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lunes, 31 de diciembre de 2007

EPÍSTOLA MORAL



Después de comparecer
En el juicio de la vida,
Mayor pena no ha de haber
Que sentir la fe perdida.

Si nacer de madre humilde
Vale poco o casi nada:
Peor es dejar que te humille
Esa ñisca de pavada.

Nunca he podido agacharme
Ni ante Dios ni la hermosura,
Porque eso suele darme
Un gran dolor de cintura.

Si no existe muerte suave
Porque toda es matadura,
Es demás que te prepares
A bien morir con un cura.

Me da honda pena saber
Que sientes por mí honda pena;
Pena de nunca poder
Quitarme lo que te apena.

Si la mentira es un robo
-Al decir del negro Ray-
Tan sólo los hombres probos
Pueden vivir sin robar.

No te escondas tras la máscara
De la vanidad sin eco,
Quedará de ti una cáscara
Cuando te acerques al hueco.

Puedes tener un deber
Que acorte tus ilusiones
Para que debas poder
Agigantar tus acciones.

Si me puedo equivocar
Sin temor a equivocarme
Yo me puedo divorciar
Y volver a suicidarme.

Entre querer y poder
Hay un elástico de humo
Que estira su parecer
Como las vueltas del mundo.

Si subes a la montaña
Porque Mahoma no baja,
Sabrás también darte maña
Para huir de la mortaja.

Aprendí de tu recuerdo
A no morir, a durar
Tanto como el lado izquierdo
-ojo al sur- de luz solar.

¿Por qué despierta la noche
Cuando el día aún adormece?
¿Por qué es locuaz el reproche
Cuando el amor enmudece?

Lo que me cuesta admitir,
Después de duras jornadas,
Es que vaya uno a morir
De cualquier cosa o de nada.

Sin puertas pero con puertos,
El mar -como la mujer-
No admite permanecer
A ningún pájaro muerto.

No abrí los ojos al día
Para mirar por las puras:
En el bull de la locura
También aclara la vida.

Por darle vuelta al recuerdo
Me fui enredando en la nada
Y en esa selva me pierdo
Mas con voz esperanzada.

Los pasos de la distancia
Se obstinan en ser ayer
Por más que el futuro avanza
Con sus promesas de miel.

Del recuerdo me alimento
Y dejo de hambre a la nada:
Sólo vivo lo que siento
Como última esperanza.

¿Para qué pájaro en jaula
Si es mejor verlo volar:
Igual no sería estudiar
Mejor afuera del aula?

De nada le serviría
Brillar por fuera al diamante
Si el fondo de su talante
Lleno está de porquería.

En verano dio el cerezo
Y ha vuelto a hacerlo en invierno,
Si el irte no fue un infierno:
Ya no me muero por eso.

No se olvidan los agravios
Hechos a un corazón niño,
Porque la flor del cariño
Da en la leche de los labios.

¿Cuándo acabarán mis males?
-Decía un hombre sin suerte:
Cuando todos sean iguales
O cuando venga la muerte.

Recibiré las injurias
A pie firme, sin doblez;
Y, aun venga de ella la penuria:
No hablaré mal de mujer.

El cerezo de mi infancia
Ha vuelto a crecer en casa:
Al parecer la distancia
Es un grano de mostaza.

Recuerda que no es lo mismo
Un día llegar a viejo
Que ser viejo en el camino.
Lo último es ser viejo eterno.

Procura, mejor, tus penas
Decirlas sólo a un amigo,
Cualquier eventual testigo
Es siempre mirada ajena.

En la más pequeña cosa
Se refleja la más grande,
En la flor menos hermosa
Están las rosas del Ande.

Vencedores y vencidos
Hubo, a ras, en el pasado;
Hay en este hoy desgastado
Vendedores y vendidos.

Las puertas de par en par
Como una paloma en vuelo,
Ojos para te mirar,
Viento para libre pelo.

Nunca escribas sin leer
Ni leas sin escribir:
No hay que beber por beber
No hay que vivir por vivir.

Humilde con los humildes
Que me enseñaron a serlo;
Pero si quieren hundirme,
Soberbio con los soberbios.

Apurando maravillas,
Descubrí que el corazón
Es una rosa que brilla
En medio del nubarrón.

Para estar contigo, no
Necesito de alzar vuelo,
Pues tanto tú como yo
Moramos el mismo cielo.

No se puede esperar mucho
Del corazón de los ricos;
Del corazón de los chicos
Ellos hacen anticuchos.

Si de bueno nada sacas,
Y de malo nada pierdes,
Es que en el bueno machaca
El malo en fierro caliente.


No insistiré en convencerte
De que esa vida no es vida,
Porque tú das por creída
Que la vida real es muerte.

Si le falla el corazón

El día menos pensado,
Es que, al final, la canción
No tiene el verso comprado.

No existe perdón ni olvido

Si el crimen es alevoso,
No hay que quedarse dormido
Frente a un cuchillo filoso.

Si humilde con los humildes,

Soberbio con los soberbios,
Eso hará sentirte libre
En lo más hondo del pecho.

No hay que buscar entre mil

Al culpable del disparo:
Todos los involucrados
Hacen un solo fusil.

Si después de la contienda

Es tu saldo la derrota,
Vale que el águila aprenda
A temerle a la gaviota.

No sirve tener de amigo

Al ruin que te hace un favor:
Ensuciarte en deshonor
No es de amigo, es de enemigo.


Yo puedo decir que tengo
El orgullo de ser pobre:
Si hoy no me alumbra ni un cobre,
Sí, el oro de donde vengo.


He vuelto al verso de antaño,
De cuando empecé a escribir:
No es forma que cause daño,
Es un modo de decir.


No me digas qué he de hacer
Si ya no puedo ayudarte:
Las muelas saben qué partes
Del hueso pueden morder.


Sumamos del espiral
Sus orgullosas subidas,
Pero al restar sus caídas
Todo nos parece mal.


Reconquisté mi guitarra
Ahora que vaca mi hormiga,
Y después que no se diga:
“Es ociosa la cigarra”.


Hasta Superman se agripa,
Porque también es mortal:
Son elocuentes testigas
Las montañas de Viet-Nam.


Si te ofrecieran un cargo
Que te obliga a latrocinios:
“O lo limpio y dignifico”
-Debes decir- “o me largo”.


Como una manzana de oro
Divido al mundo en dos partes,
Cual con lo real hace el arte:
Entre el odio y el adoro.


Prisionero de un espacio
Sin visible solución,
Me aferro al cabello lacio
De tu rojo nubarrón.


He buscado en los arrullos
Del sol aun una mentira,
Para contener las iras
De un cadavérico orgullo.


De par en par las ventanas
Dejo abiertas del amor
Y al terminar la mañana
Veo cómo muere la flor.


Lo acostumbraron a ser
Habitante de la noche,
Cual cucaracha o fantoche
Que huye en cada amanecer.


Si canto para el amigo
Y a éste le parece mal,
Disculpas le pido al trigo
Por no saber hacer pan.


Si masticas lo que bebes
Y si bebes lo que comes,
Se reducirá tu debe
Y tu haber haráse doble.


Fallece la mariposa
Y dice: “En lo que viví,
No he conocido una rosa
Mejor que la de Martí”.


Te contradigo, gorrión,
Que, entre rejas, te remedas,
Reconoce que las ruedas,
Sin rodar, ruedas no son.


Como el aire que respire
Hace impulsar al que brinque,
Mire por donde se mire:
Delincuente es quien delinque.


Cuánto sueño contenido
En cada vida crecida
Y tanta rabia mordida
Por no verlo convertido.


Le fallará el corazón
El día menos pensado:
El final de la canción
No tiene el verso comprado.


Desisto de convencerte
De que esta vida no es vida,
Porque tú das por creída
Que la vida real es muerte.


Para todos los confines
Los ojos corren a ciegas:
Se hace nada la belleza
Atada a días tan ruines.


Era injusto despertar
Si el sueño no comenzaba:
Para terminar esclava
No nació la libertad.


Las nubes pasan como agua
En el cielo. Y en la tierra
El dinero hace la guerra
Como maldita malagua.

Entierra bien al pasado
Con lo que te fue adverso,
Mas convierte en universo
Los pocos bienes logrados.

Asegúrate de haber
Regado, con sangre, arena:
Esa es la única cadena
Imposible de romper.

Y cuando venga el acopio
De balances cernidores,
Tendrás -libre de temores-
Saldos pobres pero propios.

Todo es moneda en el mundo
Menos en mi corazón:
Si el del mundo es ilusión,
El mío es canto profundo.

Astillas hizo de mí
El hacha del infortunio
Por un solo plenilunio
Cuánta oscuridad sufrí.

Cuánta oscuridad sufrí
En mi existencia precaria
Pero nunca delinquí
Por conciencia proletaria.

Ahora que estoy a las puertas
De abandonar el teatro
Quisiera a veinte por cuatro
Llegar con risa despierta.

En toda mano callosa
El Perú tiene su mapa
Cordilleras que destapan
Lagos de sudor y rosas.

¿A dónde va tu razón
Si tú mismo la destruyes?
No deja de ser ladrón
Quien constantemente huye.

Recuerda: siempre hay un muro
Que en el presente está dado:
Se juzgará tu pasado,
Nunca, jamás, tu futuro.

Me cayó el río de arriba
Y estaba desprotegido,
Quise volar de ese nido
Pero andaba a la deriva.

La abeja llega a la flor
Precedida de un zumbido:
Cuando todo está perdido
Te da su miel el amor.

Yo pensé que me moría
De dolor, y era de amor:
No es la claridad del día
Lo que hace bella a la flor.

Todos los días escribo
Versos en plan de refrán,
Cuando deje de estar vivo
Las campanadas lo harán.

¿Por qué me miras así
Con tan coléricos ojos?
Yo sólo rosas te di,
Tú me devuelves abrojos.

Si vienes a hacer de mi alma
Nada más que un estropajo,
Palmero, vuelve a tu palma,
Y hasta te enseño un atajo.

Un día terminarán
Todos los dolores que hube,
Como llegará a querube
El que empezó por satán.

Si, como el fuego en ceniza,
La sangre aviva en su nido,
Que sea la vida en tu vida:
Fuego en cenizas dormido.

J. C.


Primero te ignoran,
Luego se ríen de ti,
Luego luchan contra ti,
¡Y entonces tú ganas!

Mahatma Ghandi

Hasta que el pueblo las canta,
Las coplas, coplas no son,
Y cuando las canta el pueblo,
Ya nadie sabe el autor.

Manuel Machado