Visítenos ahora en

Visítenos ahora en www.juliocarmona.com

lunes, 30 de noviembre de 2009

George Orwell: "Sobre política y lenguaje y vicios de la escritura"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
www.vosquedepalabrasvives.blogpsot.com



Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento. Un mal uso se puede difundir por tradición e imitación aun entre personas que deberían saber y obrar mejor. El lenguaje degradado es, en cierta forma, muy conveniente. Expresiones como "un supuesto no injustificable", "una consideración que siempre debemos tener en mente", dejan mucho que desear, no cumplen un buen propósito, son una tentación continua, una caja de aspirinas siempre al alcance de la mano. Relea este ensayo, y con toda seguridad encontrará que una y otra vez he cometido las mismas faltas contra las que he protestado. En el correo de esta mañana recibí un panfleto sobre las condiciones en Alemania. El autor me decía que se "sintió impelido" a escribirlo. Lo abrí al azar y ésta es la primera frase que leí: " [Los Aliados] no sólo tienen la oportunidad de lograr una transformación radical de la estructura social y política de Alemania de tal manera que eviten una reacción nacionalista en la misma Alemania, sino que al mismo tiempo pueden sentar los fundamentos de una Europa cooperativa y unificada". Cuando se lee que se "sintió impelido" a escribir es de presumir que tiene algo nuevo que decir, pero sus palabras, como corceles de caballería que responden al clarín, se juntan automáticamente en una alineación monótonamente familiar. Esta invasión de la mente por frases hechas ("sentar los fundamentos", "lograr una transformación radical") sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro.


Dije antes que la decadencia de nuestro lenguaje es remediable. Quienes lo niegan argumentarían, en caso de que pudieran elaborar un argumento, que el lenguaje simplemente refleja las condiciones sociales existentes, y que no podemos influir en su desarrollo directamente, jugando con palabras y construcciones. Así puede suceder con el tono o espíritu general de un lenguaje, pero no es verdad para sus detalles. Las palabras y las expresiones necias suelen desaparecer, no mediante un proceso evolutivo sino a causa de la acción consciente de una minoría. Dos ejemplos recientes: "explorar todas las avenidas" y "no dejar piedra sobre piedra", que fueron liquidadas por las burlas de algunos periodistas. Hay una larga lista de metáforas corruptas que también desaparecerían si un buen número de personas se empeñara en esa tarea; y debería ser posible burlarse de la expresión "no informe" hasta que deje de existir, reducir la cantidad de latín y griego en la frase promedio, excluir las locuciones extranjeras y las palabras científicas erróneas, y, en general, lograr que el tono pretencioso pase de moda. Pero todos éstos son puntos menores. La defensa del lenguaje inglés implica más que esto, y quizás es mejor empezar diciendo lo que no implica.


Para empezar, nada tiene que ver con el arcaísmo, con la preservación de palabras y giros obsoletos del lenguaje, ni con la exaltación de un "inglés estándar" del que nunca deberíamos apartarnos. Por el contrario, se trata de desechar toda palabra o modismo que se ha desgastado y perdido su utilidad. Nada tiene que ver con la gramática ni con la sintaxis correctas, que carecen de importancia cuando se expresa claramente el significado, ni con la eliminación de los americanismos, ni con tener lo que se denomina una "buena prosa". Por otra parte, no se trata de fingir una falsa simplicidad ni de escribir en inglés coloquial. Ni siquiera implica preferir en todos los casos la palabra sajona a la latina, aunque sí implica usar el menor número de palabras, y las más breves, que cubra el significado. Lo que se necesita, por encima de todo, es dejar que el significado elija la palabra y no al revés. En prosa, lo peor que se puede hacer con las palabras es rendirse a ellas. Cuando usted piensa en un objeto concreto, piensa sin palabras, y luego, si quiere describir lo que ha visualizado, quizá busque hasta encontrar las palabras exactas que concuerdan con ese objeto. Cuando piensa en algo abstracto se inclina más a usar palabras desde el comienzo, y salvo que haga un esfuerzo consciente para evitarlo, el dialecto existente vendrá de golpe y hará la tarea por usted, a expensas de confundir e incluso alterar su significado. Quizá sea mejor que evite usar palabras en la medida de lo posible y logre un significado tan claro como pueda mediante imágenes y sensaciones. Después puede elegir -y no simplemente aceptar- las expresiones que cubran mejor el significado, y luego ponerse en el lugar del lector y decidir qué impresiones producen en él las palabras que ha elegido. Este último esfuerzo de la mente suprime todas las imágenes desgastadas o confusas, todas las frases prefabricadas, las repeticiones innecesarias, y las trampas y vaguedades. Pero a menudo usted puede tener dudas sobre el efecto de una palabra o una expresión, y necesita reglas en las que pueda confiar cuando falla el instinto. Pienso que las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:




Nunca use una metáfora, un símil u otra figura gramatical que suela ver impresa.


Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.


Si es posible suprimir una palabra, suprímala.


Nunca use la voz pasiva cuando pueda usar la voz activa.


Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puede encontrar un equivalente del inglés [vale también para el español, por supuesto] cotidiano.


Rompa cualquiera de estas reglas antes de decir un barbarismo.


Estas reglas parecen elementales, y lo son, pero exigen un profundo cambio de actitud en todos aquellos que se han acostumbrado a escribir en el estilo que hoy está de moda. Uno puede cumplir todas ellas y aun así escribir un mal inglés, pero no podría escribir el tipo de banalidades que cité en esos cinco especimenes al comienzo de este artículo.


Aquí no he examinado el uso literario del lenguaje, tan sólo el lenguaje como instrumento para expresar y no para ocultar o evitar el pensamiento. Stuart Chase y otros han llegado a pretender que todas las palabras abstractas carecen de sentido, y han usado esto como pretexto para defender una especie de quietismo político. Si no sabe qué es el fascismo, ¿cómo puede luchar contra el fascismo? Uno no tiene que tragarse absurdos como éste, pero ha de reconocer que el actual caos político está ligado a la decadencia del lenguaje y que quizá puede aportar alguna mejora empezando por el aspecto verbal. Si simplifica su inglés, se libera de las peores tonterías de la ortodoxia. No puede hablar ninguno de los dialectos necesarios, y cuando haga un comentario estúpido su estupidez se tornará obvia, aun para usted mismo. El lenguaje político -y, con variaciones, esto es verdad para todos los partidos políticos, desde los conservadores hasta los anarquistas- es construido para lograr que las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento. Uno no puede cambiar esto en un instante, pero puede cambiar los hábitos personales, y de vez en cuando puede incluso, si se burla en voz bastante alta, lanzar alguna frase trillada e inútil -alguna bota militar, un talón de Aquiles, un crisol, una prueba ácida, un verdadero infierno, o algún otro desecho o residuo verbal- a la basura, al lugar a donde pertenece.




*Extraído de George Orwell, "La política y el lenguaje inglés" (1946).

domingo, 29 de noviembre de 2009

Eduardo Galeano: Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho


Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de http://www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com/


1 Somos todos culpables de la ruina del planeta.


La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es. Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al 'sacrificio de todos' en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible. Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.


2 Es verde lo que se pinta de verde.


Ahora, los gigantes de la industria química hacen su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos. "En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación. Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera. Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente. El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete. La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

3 Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral.


Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas... Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno. En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen. De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba- Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana. La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden pagarlos. Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988, en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil. Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior.Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados del campo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

4 La naturaleza está fuera de nosotros.


En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoniaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Ezra Pound: "Tres poemas"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com



El desván

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.



Encargo


Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.

Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.

Id a los que tienen una lujuria exquisita,
id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.

Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia...
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salid y desafiad la opinión,
id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.


Cantar XLV

Con usura

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Antonin Artaud: "Contra los rectores"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com



En la estrecha cisterna que llamáis "Pensamiento": los rayos del espíritu se pudren como parvas de paja. Basta de juegos de palabras, de artificios de sintaxis, de malabarismos formales; hay que encontrar -ahora- la gran Ley del corazón, la Ley que no sea una ley, una prisión, sino una guía para el Espíritu perdido en su propio laberinto. Más allá de aquello que la ciencia jamás podrá alcanzar, allí donde los rayos de la razón se quiebran contra las nubes, ese laberinto existe, núcleo en el que convergen todas las fuerzas del ser, las últimas nervaduras del espíritu.

En ese dédalo de murallas movedizas y siempre trasladadas, fuera de todas las formas conocidas de pensamiento, nuestro espíritu se agita espiando sus más secretos y espontáneos movimientos, esos que tienen un carácter de revelación, ese aire de venido de otras partes, de caído del cielo.
Pero la raza de los profetas se ha extinguido. Europa se cristaliza, se momifica lentamente dentro de las ataduras de sus fronteras, de sus fábricas, de sus tribunales, de sus universidades. El espíritu "helado" cruje entre las planchas minerales que lo oprimen. Y la culpa es de vuestros sistemas enmohecidos, de vuestra lógica de dos y dos son cuatro; la culpa es de vosotros -Rectores- atrapados en la red de los silogismos.

Fabricáis ingenieros, magistrados, médicos a quienes escapan los verdaderos misterios del cuerpo, las leyes cósmicas del ser; falsos sabios, ciegos en el más allá, filósofos que pretenden reconstruir el espíritu. El más pequeño acto de creación espontánea constituye un mundo más complejo y más revelador que cualquier sistema metafísico.

Dejadnos, pues, señores; sois tan solo usurpadores. ¿Con qué derecho pretendéis canalizar la inteligencia y extender diplomas del espíritu? Nada sabéis de él, ignoráis sus más ocultas y esenciales ramificaciones, esas huellas fósiles tan próximas a nuestros propios orígenes, esos rastros que a veces alcanzamos a localizar en los yacimientos más oscuros de nuestro cerebro.

En nombre de vuestra propia lógica, os decimos: la vida apesta, señores. Contemplad por un instante vuestros rostros, y considerad vuestros productos. A través de las cribas de vuestros diplomas, pasa una juventud demacrada, perdida. Sois la plaga de un mundo, señores, y buena suerte para ese mundo, pero que por lo menos no se crea a la cabeza de la humanidad.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Raúl González Tuñón: "Lluvia"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro
apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo
seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al
caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los
automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de
nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y
acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima,
recóndita alegría.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Juan Cristóbal: EL AMOR OLVIDA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


(BOSQUE DE PALABRAS, publica con sumo agrado, este hermoso poema del poeta peruano Juan Cristóbal, quien ha tenido la gentileza de proporcionarnos su texto que ya había sido editado en forma de plaqueta por Ediciones Quipu, Lima, 2006).


Aquí en mi corazón
Todas las noches
Se desbordan los ríos


Juan Gonzalo Rose

1

Creíste
Que me iba a joder

A terminar
Revolcando
En los basurales de la esquina

Vomitando
En los chiqueros de las calles

A tirarme a los abismos
De los enamorados desgraciados

A las olas
Para que las playas me tragasen

Pero nada de eso sucedió

Estoy herido
Es cierto
Apenado
Pero con un ramo de azucenas en las manos

2

Te cité
En un cine
Cuyas sombras
Sólo servían para ensombrecer
La felicidad de los duraznos

Donde sólo se veían
Películas pornográficas
Y donde las putas
Pasaban con sus rostros demacrados
Por la ausencia

Te lo juro
Yo no lo sabía

Pero me molestó
Haberte citado allí
En ese cine
Cuyas sombras
Sólo servían
Para ensombrecer la felicidad de los duraznos
Y los rostros demacrados de las putas

3

Tomamos café esa tarde
Hablamos de cosas intrascendentes
De crepúsculos escondiéndose en el cielo
De gaviotas extraviándose en las nubes
De silencios agrietándose en las playas

Por eso nunca te miré a los ojos
Porque sabía que iba a enamorarme
Y a tirar todo por la borda de mi vida

4

La primera vez que nos besamos
Fue en tu carro
Un Ford 58
Cuatro puertas
Plateado

El mar estaba a nuestras espaldas
Y rugía como un león en nuestros ojos

Al principio
No quise besarte
¿Te acuerdas?

Te dije que era un cobarde
Un marginal
Un idiota
Un cualquiera

Y no era verdad
Era peor que eso
Era un ser totalmente desgraciado

Pero cuando te besé
Sentí que todas las puertas se me abrían en la tierra

5

Enloquecí con tus besos
Te llamé desde todos los teléfonos del barrio
Desde todos los bares de las calles
Desde todos los rincones de la noche

Enloquecí con tus ojos
Con tus manos cálidas y tiernas
Con tus muslos duros y serenos
Con tus pechos redondos y rosados

Enloquecí en el día
Enloquecí en la casa
Y no puse límites al tiempo
El tiempo me llegó a las pelotas

6

Cuando quisimos hacer el amor
Por primera vez
Fue en ese hotel
Cerca del parque

Llevaste una botella de vodka
Y yo todas mis dudas y temores

Pero cuando bebimos el sexto trago
Hasta allí todo era bacán
Todo se fue al carajó

Gritabas
Cosas que no tenían que ver
Ni con el color azul de las estrellas
Ni con el cielo azul de nuestros cuerpos

Por eso te abandoné
Como tú dijiste después
Tirada en una cama
Chillando como una puta
7

Me enseñaste
Es verdad
A hacer el amor

Me descubriste todos los ríos de tu cuerpo
Todos los latidos de tu pecho
Todos los secretos de tus besos
Todos los afanes de la tarde
Todos los misterios del deseo
Y fue hermoso saber
Que podíamos hacer el amor
Descubriendo todos los esplendores de la tierra

8

Aprendiste a beber vino
Cuando hacíamos el amor

Por eso una tarde dijiste
“Cortémonos las venas
La sangre es el vino del amor”

Y nos cortamos las venas
Y bebimos nuestra sangre

El vino
Fue la copa sagrada de nuestro amor

9

Nos veíamos todos los días
Nos besábamos todas las tardes
Nos soñábamos todas las noches
Parecíamos la pareja perfecta del amor

Pero luego lo supimos
No hay amor perfecto en el amor

Minuto a minuto
Nos vamos descubriendo

Los orgullos
Las vanidades
Los errores
Las mentiras
Las pequeñas miserias de los hombres
Lo triste fue
No habernos dado cuenta
Que teníamos recuerdos y pasado

10

Hasta que aparecieron los celos
El temporal maldito de los celos

Y todo por culpa
De tu bendito celular
Que comenzaba a sonar
Mientras caminábamos
Mientras nos besábamos
Mientras hacíamos el amor

Era el pasado que te buscaba
Y nunca lo quisiste detener

Mi imaginación comenzó a volar
Como un monstruo por el cielo

Y allí creo
Se jodió nuestro amor

Se hicieron añicos nuestros sueños

11

Te insulté como quise
Te menté la madre
Te dije mil barbaridades

De eso me arrepiento
Pero ya es tarde

¿De qué vale ahora arrepentirse?
Pero así es
La vanidad tonta de los hombres
Siempre escudándonos
En las sombras acobardadas del orgullo

12

Nos peleamos
Infinidad de veces

Nuestras ausencias
Eran proverbiales

Cada uno por su cuenta
Como pájaros errantes

¡Qué tontos fuimos!

No nos dimos cuenta
De que la vida es pequeñita
Y la tranquilidad de las campanas
Es lo único que cuenta

13

Me llené de dudas
Fantasmas
Y temores

Mi vida fue una telaraña
Enredada entre tus dedos

Ahora sé que
Las inseguridades
Como las mentiras nunca salvan

14

Creíste que eras
La mujer más perfecta del mundo
Y yo
El mejor poeta del mundo

Por suerte
Nos equivocamos

Es que no supimos mirar el pasado
Las truculencias del tiempo
Los sinsabores del día
Las mezquindades del viento
Y nuestras propias derrotas

Nos ahogamos en un vaso de agua
Como la luna cuando llega el otoño

15

Hicimos el amor
En todos los hoteles del mundo
En todas las casas del mundo
En todas las escaleras del mundo
Mirando todos los espejos del cielo

No hubo lugar
Donde no hiciéramos el amor
Y tú me dejaras
Como un cristo crucificado

Hacer el amor
Se convirtió en lo más importante del mundo

Tal vez
Allí estuvo el error
Porque nunca reconocimos
Que también estábamos hechos
De palabras silencios y temores

16

Te hice
Miles de perradas

Una vez
Fui ebrio a tu negocio

Otra vez
Llamé a tu casa
Escondido entre los árboles

Resignadamente
Todo lo soportabas
Hasta que un día
El sol ardió en tus ojos
Y todo se fue al demonio

17

¿Recuerdas?
Fui tu profesor

Siempre te saqué a la pizarra
Porque me gustaban tus rodillas

Por eso me odiabas

Ahora me odias
Porque ya no me gustan tus rodillas
Salvo
El recuerdo apacible de tus labios

18

Me embriagué
Ferozmente
Para amarte

Para desearte
Para recordarte
Para soñarte
Ni eso pudo salvarme

Ahora
Me embriago
Ferozmente
Para olvidarte

19

Tuvimos un hijo
Y no lo tuvimos
Tuvimos un sueño
Y lo botamos

Tuvimos un amor
Y lo echamos a la basura

¿Qué nos faltó tener para que
El sol nos siguiera acompañando?

20

Hablábamos
Como locos por teléfono

A toda hora del día
En todo instante de la noche
Nos escribíamos por Internet
Nos hablábamos por Internet
Hasta nos hacíamos señales de humo

Nunca nos cansamos de hablar
De los atardeceres soleados en el viento
De las aguas prodigiosas del cielo

Ahora
Otro loco nos habla por teléfono
El silencio

21

Nunca fuimos al cine
A tomar un café en la esquina

Nadie nos conocía
Ni las aves conocían nuestros pasos
Para todos éramos un misterio

Los silenciosos del día
Los clandestinos del parque
Los sobrevivientes del fuego

Y ésa era nuestra felicidad
Pero yo jamás pude comprenderla
22

Nos despedimos callados
Llorando en silencio
El mar rugía como un león en las entrañas

Era noviembre
Todo un año perdido

Nos despedimos
Acariciándonos el rostro
Como cieguitos ancianos

Sin decir nada
Nos despedimos

Como un camino equivocado

23

Cada día
Una llamada por teléfono

Te quiero
Te amo
Te adoro
Te extraño

Después
Silencio

Otras voces
Otros ruidos
Otros sueños
Nos imponen sus sentidos

La soledad
De sus perversas equivocaciones


24

Un día
Dormimos juntos

Hicimos planes
Sueños
Proyectos

¿De qué sirvió todo eso
Si la vida nos entregó su cara más fea?
¿La vida
O nosotros mismos
Nos apuñalamos por la espalda?

Hicimos planes / proyectos
Que no sirvieron para nada

Ni siquiera
Para que el rumor del rocío
Cuajara sus delirios en el agua

25

Querías
Que cambiara de nombre

“Tu nombre trae desgracias”, decías
“Te hace naufragar en la nada
Vivir de dudas y vacíos”

Fue cuando me hiciste escribir una carta a mi hermano
Y enterrarla al pie de la higuera
“Para que no se reaviven los muertos”, dijiste

Todo esto lo acepté de buena manera
En bien de nosotros pero de nada sirvió
Fue más fuerte el ventarrón de la ausencia
La fragilidad tenaz del olvido

26

Todo lo veías
A través del silencio
Eras una bruja
Las hogueras y los astros
Eran tus cómplices

Y también el recuerdo de tu madre
Sabías / por ejemplo /
Cuando te mentía
Cuando me embriagaba
Cuando recorría las calles
Como un loco perdido

Sin embargo
Jamás adivinaste
Cuándo se agujereó nuestro amor

27

Creí conocerte
Pero no

Fuiste siempre un misterio
Una aurora perdida
Una alondra escondida en el agua

Ciertamente
Jamás llegamos a conocer el olvido

28

Amas a tus perros
Más que a tus sueños

“Borges” fue nuestro perro
Creció en los manantiales insondables de nuestro amor

Tú lo velaste noches enteras
Cuando estuvo a punto de morir
Ahora
Lo sigues amando

Mientras yo lo recuerdo
Desde la soledad infranqueable de mis huellas
29

El corazón lo tengo perdido

Me han dicho no mires
El sol ni las ventanas

Los árboles que tienen su nombre
Las nubes que tienen el tuyo

Cuídate del viento y las estrellas

No escuches la música
Que escuchaba contigo

Y esto me da miedo
No porque tenga el corazón destrozado
Sino porque el desastre ha invadido mi cuerpo

30

Tu sombra es eso
Una sombra en mi memoria
Una luz apagada en mi recuerdo

Ya nada me recuerda tu rostro
Ninguna estrella tus ojos
Ninguna colina tus brazos
Ninguna nube tus labios

Y es mejor así
Para que el olvido no se pierda en la nada

31

(Epílogo)

El amor olvida
Pero también regresa
Como el sol a las ventanas.

martes, 24 de noviembre de 2009

Jorgelina Núñez: "Las cartas de Gabriela Mistral y Victoria Ocampo"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


Se escribieron durante 30 años. Se azuzaron, discutieron, se amaron. Y reflejaron en sus cartas, que hoy se publican y de las que aquí se anticipan algunas, a los personajes y al mundo de ideas de su época.

Dos fuertes personalidades. Dos pioneras: una, la primera mujer de América latina que recibió el Nobel; la otra, la primera que integró la Academia de Letras en la Argentina. Gabriela Mistral, poeta y docente chilena. Victoria Ocampo, creadora de un poderoso proyecto cultural continental: la revista y editorial Sur .

Niña fea, criollota, regalona, FUNDIDA, engreída, china alzada." Estos son los epítetos que la chilena Gabriela Mistral le dirige, en una carta fechada en 1939, a Victoria Ocampo, reprochándole su falta de respuesta. Y no se queda allí, unos párrafos más adelante, arremete otra vez: "Gran bribona, camilluda, ñandú de la Patagonia". Lo llamativo de ese trato marca, en cierto modo, el tono de la correspondencia entre ambas escritoras, que se inició mucho tiempo antes de que llegaran a conocerse personalmente y se extendió a lo largo de treinta años (1926-1956), durante los cuales se encontraron solamente en seis oportunidades. Un intercambio que fija posiciones entre ambas -a menudo encontradas-, establece los horizontes de referencia que cada una toma en cuenta, las define como pioneras en su labor y protagonistas no sólo de la cultura de sus países, ante las cuales se hallaban un paso más adelante, sino como partícipes fundamentales de los acontecimientos de su época. Un intercambio, en suma, entre dos mujeres de carácter extraordinario que consiguieron tender un puente de comunicación no exento de rispideces, a la vez sostenido por un afecto entrañable.

Elizabeth Horan y Doris Meyer, las dos biógrafas que se han dedicado casi con exclusividad al estudio de la vida y la obra de estas escritoras, han preparado una edición extremadamente cuidadosa de la correspondencia que por estos días da a conocer la editorial El Cuenco de Plata. Un material valiosísimo que repone los datos inherentes a la escritura original de las cartas, incluidas las tachaduras y anotaciones al margen, y un número importante de notas al pie indispensables para entender el contexto de las misivas, junto con apéndices biográficos y bibliográficos.

Un poco de historia

A Victoria Ocampo le gustaba sorprender. Mistral estaba de paso por Buenos Aires, camino a Europa, cuando recibió un ramo de flores de parte de aquella hija dilecta de la burguesía terrateniente, a quien no conocía sino de mentas. Era 1926 y Lucila Godoy ya había adoptado el nombre público de Gabriela Mistral tras haber forjado su imagen de gran maestra chilena y eminente poeta, y había trasladado su fama al México posrevolucionario, en donde colaboró con el Ministerio de Educación.

En esos meses, recibe una extraña visita: un joven que afirma ser su medio hermano le encomienda la crianza de su pequeño hijo, apodado Yin Yin. Por su parte, Victoria ya se había casado y separado, estaba terminando la relación con Julián Martínez, su primer amante, empezaba a emerger del ámbito privado luego de la publicación -en francés- de su primer libro, De Francesca a Beatrice y se estaba convirtiendo en la más célebre anfitriona cultural que el país hubiera conocido jamás. De modo que es probable que en carácter de tal no haya querido desperdiciar la oportunidad de agasajar a una mujer que ya había alcanzado un prestigio intelectual al que ella misma aspiraba. Es en respuesta a su gentileza que la correspondencia se inicia, aunque la primera parte de este volumen consigna sólo las cartas de Mistral, que Victoria supo conservar sin contar con la reciprocidad de la chilena.

Cuando el encuentro entre ambas se produce, en Madrid, casi nueve años más tarde de aquella primera esquela, Mistral manifiesta su sorpresa por haber encontrado a Ocampo "tan criolla como yo, aunque más fina". La seducción de clase que ejerce Victoria marcará una diferencia que permanecerá indeleble a lo largo de toda la relación. Mientras la poeta se define como "india rencorosa y vasca testaruda" o como salvaje a mucha honra, reserva para su interlocutora un tratamiento siempre hiperbólico que oscila entre el de semidiosa ("Diana") y el mencionado al principio de esta nota -cuando la ofuscación por sentirse olvidada la perturba-, y que deja percibir un rencor sordo. En cualquier caso, Victoria parece siempre inalcanzable, ya por fina, ya por indiferente.

¿Qué dirá V. O. sobre ese encuentro? En un ensayo escrito luego de la muerte de Gabriela, se queja del equívoco en que se vio envuelta: "Me reprochó a boca de jarro el ser hija de la menos americana de las capitales sudamericanas; ser afrancesada; no haber frecuentado a una escritora amiga suya" (en referencia a Alfonsina Storni). Mistral le reclama no haber buscado la amistad de Alfonsina, cuando lo cierto era que Victoria no tenía ojos más que para Virginia Woolf. Aunque décadas más tarde quiso justificarse ("Alfonsina era una escritora y yo una nada"), para V. O. la poeta de Mundo de siete pozos, nunca fue un espejo en el que deseara mirarse. Demasiado local y terrenal, y por qué no decirlo, también algo vulgar le resultaba Alfonsina a quien habría dado parte de su fortuna por participar del esnob grupo de Bloomsbury, que lideraba el matrimonio Woolf, en Londres. Pero si Victoria desdeñaba a Alfonsina, Woolf haría lo propio con Victoria, pues a pesar de los halagos que demostraban una adulación casi patética por parte de Ocampo, ella nunca dejó de ser considerada por la inglesa como una sudamericana excéntrica y hasta cargosa.

La diferencia de origen y de posición económica no es un dato menor, al menos no para Gabriela, cuyo nomadismo se explica en parte por la necesidad de mantenerse económicamente mediante su trabajo en los diferentes consulados chilenos en América y Europa, y que a duras penas podría haber subsistido con su jubilación de docente, aunque fuera célebre. Victoria, dueña por entonces de una riqueza que parecía inagotable, creía con bastante ingenuidad que la "aristocracia del espíritu" se imponía sobre cualquier otra. De diferentes maneras, Mistral le hará notar cuánto de ese origen le pesa e incluso resiente su capacidad literaria ("Mucho me temo, Vict., que, a pesar de ser Ud. el patrón de lo natural que yo he imaginado respecto de todas las mujeres (...) Ud. por veneno, ponzoñita y droga intelectual, sea la que achica su tesoro o cierra sus presas internas, o no es ya capaz de tirar como la culebra la piel vieja, la carroña esa de la educación de clase que le han dado.")

Relaciones peligrosas

Ningún otro ámbito mejor que el de la correspondencia íntima para dar cuenta de los avatares sentimentales de los interlocutores. A fines de 1938, la revista y la editorial Sur, fundadas y dirigidas por Ocampo, pasaban por uno de sus mejores momentos. Durante la visita que comenzó en Mar del Plata y se extendió en Buenos Aires, Mistral fue puesta en el incómodo lugar del testigo de la tumultuosa relación entre Victoria y Eduardo Mallea, uno de los miembros más conspicuos de Sur. "Ayer fue el famoso encuentro de los nietos de los caciques", escribe Gabriela, en alusión al encumbrado origen de los amantes. "Tengo la impresión de que hablé para nada (...) Tengo, al lado de esa, la impresión de que Uds. dos son unos taimados (porfiados, tercos, horribles, feos, tontos y soberbios, ah, sobre todo soberbios, ¡Dios mío!) Allá se irán los dos al infierno, a su infierno, a su nada, a su piedra calva, a su pampa rasa de la soledad..."

Esa no será la única oportunidad en que la Ocampo busque su aprobación. En 1946, Victoria, que promedia los cincuenta, le encomienda a Roger Caillois, 22 años menor, que visite y acompañe a Mistral en su residencia de Brasil. El francés, quien estaba unido a Victoria por una amistad intelectual que se tradujo en años de colaboración mutua en sus respectivas empresas literarias, se había convertido en su nuevo amante y, a pesar de que ella ya había superado largamente los prejuicios en torno de su libertad sexual, es probable que esperara la anuencia de Gabriela sobre una relación en que la diferencia de edad era ostensible. Hay que agregar que en ese momento las circunstancias por las que atravesaba la chilena eran muy especiales. Su sobrino Yin Yin, de dieciocho años, acababa de suicidarse. "Es tiempo de sobra -escribe- de agradecerles sus cartas y su compañía de lejos y de contarles en detalle la mala muerte que entró por mi casa, tercera vez y peor que antes. Mi Yin, mi 'niñito', ahora más que nunca 'niñito' por la locura que me le llevó, no se fue por dolencia (...) se me mató". ¿A qué se refiere al decir tercera vez? Las cartas no lo mencionan, pero en algunas de sus biografías consta que su primer novio, un empleado ferroviario, se suicidó en 1909, después de que ella rompiera el noviazgo. Y al parecer, hubo otra boda frustrada, de la que Gabriela escapó mientras viajaba al lugar donde debía celebrarse. En materia amorosa, la poeta ha guardado profundo silencio, incluso en esa franja de lo privado que es la correspondencia. Durante su larga permanencia en el extranjero -Madrid, Barcelona, Lisboa, Oporto, Niza, Niteroi, Petrópolis, Los Angeles, Santa Bárbara, Veracruz, Génova, Nápoles y Nueva York- que se prolongó hasta el momento de la muerte, siempre contó con la compañía de jóvenes mujeres que oficiaron de confidentes, secretarias, eventuales enfermeras. A fines del año pasado, tras el fallecimiento de la última de estas acompañantes, Doris Dana, se supo que esta mujer, heredera de Mistral, ocultó durante cincuenta años un extraordinario legado literario, que entre centenares de poemas y cartas duplica la obra conocida de quien recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1945. Habrá que esperar, entonces, para ver hasta qué punto este descubrimiento confirma la imagen asexuada de la maestra de América o revela una homosexualidad encubierta.

¿Política? Yo nunca hice política

La primera parte de la correspondencia entre las dos escritoras (1926-1939) participa de un debate que por la misma época se planteaba en el interior de la revista Sur. Se trata de la cuestión del americanismo y de lo que cada una concibe como tal. Mistral no tiene al respecto sino certezas: lo americano es una suma de esencias, de raíces, que abrevan en el indigenismo mientras aspiran a conservar cierta pureza y a que se las conozca como tales. Su misión -y confía que también la de su amiga- es promover la difusión de esos bienes culturales, en su mayoría de carácter folclórico, y sacar al resto del mundo de su ignorancia sobre la riqueza americana. Que Victoria escriba en francés incluso parte de su correspondencia, no deja de parecerle un escándalo rayano en la provocación, una "bigamia lingüística" que siempre le reprochará.

Por el contrario, Ocampo entiende el americanismo de manera muy distinta. Para ella, una desesperante suma de carencias -de tradiciones, de referentes- debía impulsar a los intelectuales latinoamericanos a buscar el mejor modo de rellenar esos huecos con materiales provenientes de otras culturas, al tiempo que ellos mismos iban forjando su propia identidad y la daban a conocer. De allí la colosal política de traducción que emprendió Sur y que sin duda constituye su aporte más significativo y perdurable.

Con el tiempo, la discusión cederá lugar ante los fuertes acontecimientos políticos de la época y de los cuales ambas fueron, en mayor o menor medida, partícipes. La Guerra Civil española toca de cerca a Mistral ("Y ya están peleando, carabina al hombro, las mujeres en España, las falangistas disparatadas y las comunistas. Yo deseo que ganen las izquierdas, pero no entenderé nunca el que se lleve a mujeres a esa inmundicia de la guerrilla"), que tuvo que trasladarse de Madrid a Lisboa. Su preocupación no se limita a la suerte de sus amigos. En 1937, realiza gestiones en París a favor de la República Española y más tarde le pide a V. O. que publique su poemario Tala y ceda sus beneficios a los huérfanos de la guerra.

La actividad política de Ocampo se ejerce en el terreno interno y el externo, aunque ella nunca la reconocerá como tal. En 1936, funda la Unión de Mujeres Argentinas destinada a hacer valer los derechos civiles de las mujeres, entre ellos, el voto femenino. Y seis años después participa de una organización formada para contrarrestar la infiltración nazifascista en la Argentina. Con igual ahínco, desde las páginas de Sur, se pronuncia contra el comunismo y no es difícil imaginar hasta qué punto el peronismo encarna para ella la idea misma de abyección. La década de 1945 a 1955 la verá batallar como una de sus mayores opositoras, al punto que la revista celebrará la caída del régimen con un número especial. Las cartas de esa época constituyen lo más jugoso de este volumen pues narran en detalle su furia, la persecución de la que fue víctima ("el peronismo no me deja vivir"), la merma considerable de su fortuna y esa suerte de purificación espiritual con la que buscó sublimar su breve encarcelamiento, a cuyo término Mistral contribuyó. Un telegrama personal dirigido a Perón, en mayo de 1953, bregaba por la libertad de Victoria, junto con otros dirigidos a personalidades como Alfonso Reyes y Ernest Hemingway, que instaban a presionar en el mismo sentido. ("Querida, querida Gabriela: (...) En los diarios peronistas se dijo que a pesar de mis culpas me soltaban por tu cable.")

Ese gesto será uno de los últimos esfuerzos que Mistral emprenderá con plena lucidez. Los años han pasado y la ceguera provocada por una diabetes mal curada sumada a la profunda depresión que siguió a la muerte de Yin Yin, la aíslan dentro de su propio mundo plagado de obsesiones y delirios místicos. Victoria viaja para verla en Nueva York, en diciembre de 1956, días antes de su muerte. Y le escribe a su hermana Angélica Ocampo sobre esa visita: "Es realmente tristísimo que acabe así... un poco en la línea de sonambulismo de toda su vida, pero como en siniestra caricatura de sí misma". La argentina la sobrevivió más de veinte años. Por entonces, las dos eran, y siguen siendo, leyenda.

Por Jorgelina Nuñez
03-11-2007 Fuente: Clarin.com

Texto proporcioanado por: Luis E. Aguilera
Para leer y ver más:
www.luiseaguilera.blogspot.com

lunes, 23 de noviembre de 2009

Genoveva Arcaute: TODAS SOMOS FRIDA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


BOSQUE DE PALABRAS publica con sumo placer este poemario de la poeta argentina Genoveva Arcaute. La motivación de su envío por parte de la autora fue un texto de Ricardo Ayllón publicado en este mismo blog. Genoveva aportó con otro que, a continuación, reproduzco, a manera de prólogo, de esta edición virtual de su excelente poemario.

Palabras de Genoveva

Como profesora por más de 25 años creo poder aportar un poquito. Es un problema de arrastre. En la primaria la cosa funciona más o menos bien. Las maestras proponen lecturas con rima, adecuadas, pongamos por caso María Elena Walsh, para hablar de calidad poética, y otros autores infanto-juveniles (horrible expresión; pero después sólo las más avispadas siguen con el humor -Luis Pescetti- o los amores púberes -Elsa Bornemann- Ya más adelante las maestras empiezan a hacerles contar las sílabas, cosa que a los 17 siguen haciendo con una compulsión asombrosa. Les das una hojita con versos y lo primero que hacen es la tira de orlitas abajo, no siempre correctamente claro. Hay que prohibirlo, para que desistan. A mí se me ocurrió, hace unos años, darles el siguiente trabajito: les llevé en una bolsa de plástico, escritos en papelitos los nombres de 25 o 30 poetas contemporáneos, argentinos, latinoamericanos o traducidos. Cada uno sacaba el suyo y después, con tiempo buscaban 10 poemas de ese autor. Los leían, y elegían dos para la antología personal, el resto iba a una carpeta común. Esos dos los copiaba en un cuadernito, a mano, y los leía en clase. En algo más de un mes cada chico tenía un cuadernito con 60 poemas de su preferencia. En clase sólo se "comentaba". Si había que explicar yo lo hacía, pero me di cuenta de que poco había que explicar. Los preferidos: Bukowski, Pizarnik, Orozco, Pessoa, los españoles de la posguerra, Vinicius. Quedé sorprendida y satisfecha. No se habló de metáfora ni nada, o sólo un poco. Yo misma aprendí. Ventajas: la brevedad -no hay que leer ladrillos de 200 páginas, el ingenio, que los atrae en el desvío del lenguaje poético, la variedad infinita de las voces, el respeto a la propia individualidad. El grueso carpetón quedó en la biblioteca y hasta pude evaluar con un poema nuevo, la capacidad de reseñar, comentar y apreciar un buen poema....

Te adjunto los míos, que aparecerán en cuanto encuentre editorial. Pienso distribuirlos a mano, en algún viajecito por las playas, y por correo a amigas de Córdoba y Santa Fe. No me hago más ilusión... Y por la red, que viajan lejos y livianos. Saludos desde La Plata.

Genoveva Arcaute

-Alors ce corps, puisque tu ne peux le nommer, montre-le.

Tahar Ben Jelloun
L’enfant de sable


"Et c’est parce qu’ils contiennent ainsi les heures du passé que les corps humaines peuvent faire tant de mal à ceux qui les aiment, parce qu’ils contiennent tant de souvenirs, des joies et des désirs déjà effacés pour eux mais si cruels pour celui qui contemple et prolonge dans l’ordre du temps le corps chéri dont il est jaloux, jaloux jusqu’à souhaiter la destruction."

Marcel Proust. Le temps retrouvé


(Y es porque contienen de ese modo las horas del pasado, que los cuerpos humanos pueden dañar tanto a los que los aman, porque contienen tantos recuerdos, alegrías y deseos ya esfumados para ellos, pero tan crueles para quien contempla y prolonga en el orden del tiempo, el cuerpo querido del que siente celos, celos hasta desear su destrucción.)


Discutí con el espejo
se hizo el roto
me dijo: abrite las venas




Todas somos Frida

Todas somos Frida
dijo la filósofa
se sacó la camiseta
y mostró una cicatriz
en el lóbulo frontal
(las mujeres lo tienen en el útero
piensan con el vientre
juzgan con la entraña).

Dijo también que todas
nos pintamos un rostro
sobre piel o sobre tela,
unas cejas, un bigote, unas trenzas
unos trajes de colores que disfracen
esos huesos tan faltos de glamur
con sarapes enroscados
en los muslos, los hombros, la cintura.

Todas somos Frida.

Con un Diego
tan feo como un sapo veterano
de ojos grandes y párpados hinchados
vientre lleno y falo indoblegable,
haciendo juego.

Todas somos Frida.
con espejo incorporado
en la cama de hierro de unas vísceras
constantes en la alarma del quirófano,
unos senos que amenazan con tomías
y obscenas ortopedias.

Todas somos Frida
cuando vamos a nuestro vernissage
con la cama puesta en ambulancia
para discutir los tropos y las formas que creamos.

Todas somos Frida,
Cicatrices y cenizas.


Poemas en la PC

La musa de sal con argucias de chat
instigó carroñera y me dio abracadabras.
Puse mano aleve a los teclados
( las contraseñas fueron cáscaras de hielo)
pulsé violé todos los archivos
Los secretos cayeron en cascada delante de mis ojos
y el parlante del tamaño
de una caja de fósforos
mojaba cada tecla
con fuego y hielo en gotas.
Su música era un río
que corría sin rumor hacia la muerte.
Cerré todas las ventanas, vacié la papelera
chumbé a los gatos negros
y en la pantalla gris de mis entrañas
impuse al ratón todas
las opciones de la despedida.
Y el cielo ya no fue azul ni las nubes blancas.
Una mancha salada salpicó
de pixeles fractales el cristal.
Entonces me puse a recortar
cuchillos del tamaño de un puñal
y me senté sobre ellos.


Hoy

En torrente
y detrás de las heridas
iré
pulsando la memoria sin excusa.
Subraya este desborde
un río de caballos
músicas que embriagan.
El silencio
se emparva
no hay desgarro en la espera
sí fragmento

No termino nunca
de escribir el día.




Punzante

Puntas, puñales, cuchillos,
facas, cutters y navajas,
jeringas, agujas, bisturíes,
alfileres de vudú, pero sutiles.
Invisibles.
¿Borgianos? Para nada.
¿Lorquianos?
Virtuales (no desgarran menos)
laceran los órganos internos,
rayan las mucosas tibias, rosas.
No estás donde estás.
¿Con quién qué decís y qué te dicen?
Qué sonrisa que nunca te vi
blande los puntazos, de plano y de hacha
y dibuja, un croquis de dolor…
La celosía,
el pentagrama de la melodía,
letanía letal, desangelada.

Ya de vuelta, después de la pesquisa,
me armo a mi vez con punta dulce,
espalda en la pared de cualquier cuarto,
y yo, comadre compadrita,
apunto todo el filo,
todo el acme con rayos de mil voltios.
Pincho y punzo, pico y marco
la verdad de tus ausencias,
rasuro tus palabras al filo de la piel
despellejo los relatos
¿Son mentiras?
Entonces, desollado, tu corazón de espinas
es el despojo fresco de mis celos rojos.




Moebius

Un ocho maldito, endemoniado,
móvil cintura de perfil
y formas generosas.
Oscila, y da lo mismo derecho que revés.
Rebelde y cruel panqueque
que en el aire se desmadra,
y desconcierta a la pobre cocinera:
¿Por dónde lo untará?
¿Dorso dorado o blanco revés?
Cuando el monstruo
cae estrangulado
en la ardiente panquequera,
la tonta cocinera…
(borren ese verso
cómanse el bizcocho,
con disculpas de poeta)

Y vuelvo al disco la cinta la autovía retorcida
que me hace regresar por un camino
que me es nuevo no es el mismo y no es el mío.
Allí estás y no te cruzo
las marcas de tus pies cabeza abajo
son apenas pedregullos que si piso
te despiden al espacio.
Tu cabeza, tus labios, tu mirada
están tan lejos, lejos de los míos
que muy de vez en cuando
nuestras plantas se tocan al través.
Nuestros dedos juegan al amor
pero en el clímax queremos
correr hacia el encuentro
y en ese infierno de la física
hallo mi espalda a la carrera
y a la otra que te corre.
Entonces, cansada de figuras,
arrugo la cintita celofán
y la tiro al desperdicio con cáscaras y borras.

O con una hebilla le esponjo las orejas
y la prendo en mi cabeza,
para verte.



El mal de amor se cura

El mal de amor se cura
con dos o tres pastillas
en proporciones bien equilibradas.
Si tus mañanas son especialmente dolorosas
una mitad, un cuarto bien temprano.

Entonces la cocina o la oficina
serán toda otra cosa.
En casa
dejarán de desquiciarte
sus ruidos:
de platos, de puertas o de vísceras.
En la oficina las pullas de tu jefe,
la gélida ceguera del muchacho más bello
la preferencia de tu amiga por la nueva.
A la hora de la siesta puede ser necesario
un poquito más,
los grises del cielo,
el azúcar que agoniza en tu sangre
la tristeza infinita la ausencia
las dudas en la piel.
A la noche, ¡gran dios!, a la noche
hay que tomar la grande, la que toma
media parte de la humanidad
(pero si vas a conducir
o manejar máquinas que cortan,
no se recomienda… ¡mentira!.
Todos esos que dibujan
su trazo por las rutas
están –como vos- navegando
en la tregua de la pena.
Si se estrellan lo hacen
en infinita paz,
no se alteran los latidos,
la presión de las arterias)

A la noche, tus sueños se abrirán
en ventana de Windows.
Podrás poner replay y mirarlos
cuadro a cuadro en pantalla completa.
Pero su contenido será
un pastiche de tu día gris.

Por la tarde podrás
mirarte las novelas
el corazón latiendo cuidadoso
por la dama o el galán.
La presión en su sitio,
la cabeza como jaula vacía
de un zoo abandonado.
Eso sí, recomiendo
que no compres tus píldoras
en la farmacia del barrio.
Todos dirán “¡mirala a la doctora,
mirala a la abogada
la artista, la de enfrente.
Su mirada cambió
ya no mira desde el negro
fondo de sus cuencas
y esas ojeras de melancolía.
Ya no tiene esos huesos a la vista
exoesqueleto dos talles más grande,
rellenó su trasero, sus pupilas relucen
como ojos de muñeca,
párpados al medio, vocecita lenta!”

Más vale comprar en farmacias lejanas.
A lo sumo el vendedor dirá:
“Aquí viene otra en su edad
a curar su terror con las mismas porquerías.”
si es filósofo :
“la muerte no se frena con toda esta botica.”
Si poeta:
“belleza en la mirada pegada
triste a un cráneo lleno de metáforas,
andar de línea fina de dos dimensiones,
dibujo del alma.”

Las penas de amor se curan
con dos o tres pastillas
en los gramos correctos. Desatan
el nudo que se hace en la garganta,
el alimento circula alegremente
y llega al color de las mejillas
y al hueco de las ropas de siempre.

El mal de amor se pasa…

Sin embargo, sin embargo, sin embargo,
no quiero curar la diatriba del verso
no quiero que me lobo
tomicen el dolor
no quiero el olvido del dictum que me acosa.
No quiero ir cantando
canciones de la radio
buscando otros amores
saludarlo en una esquina
como un buen recuerdo.
Quiero arder de dolor.

Pero tomo mis pastillas
me duermo como perro si lo dejan entrar
miro con alegría la gente que me cruza
que mira con alegría, y cura el mal de amores
con las mismas pastillas
hermanos de farmacia,
hermanos de la química, beatos vencedores…




Descripción de llanto

Estalló en llanto
-es así como se dice-
Las pestañas, sin betún fueron a dar
al blanco de ese muro,
minúsculos paréntesis
¿ecuaciones de dolor entre sus combas?
¿incisos de incerteza?
grafos de caverna,
esperando un relleno aclaratorio,
un exégeta con armas de dulzura.

¿Los párpados?
persianas implosivas,
ventarrón de adentro,
masa daliniana y la sal,
mar en coma, en coche desfondado,
reguero en libertad de pólvora hacia abajo,
finas hebras de pena encabritada
mojando la camisa paralelas.

Pausa en los pezones,
un alto de frescor y los empina
mana luego del escollo, suelto
no leche como antes,
leche y sal aguada
desciende hasta el pozo del ombligo.
junta su caudal anega el nudo,
enfría las entrañas y despiden
un río deshauciado.
Ya al encuentro,
estriba en algún monte
cuela estalactita hasta el parquet.
no es sangre como antes,
es sangre y sal y leche deslavada,
caldo que mana como herida.

Ha quedado sola por un rato
con estruendo de llanta estalla en llanto
detona en plena curva a la carrera.
Los muertos salpican el camino,
y derrapa derrapa en lentas olas
de orgasmo calado hasta los huesos.




Ratonera

La casa-ratonera ha quedado limpia:
En un cajón del armario están tus huesos
y en el otro los míos.

Los pelos que perdiste,
los pelos que perdí,
debajo de la cama son
un animal manso y cariñoso
que nos despierta a las mañanas.
Las uñas que nos cortamos
son una inmensa cáscara de huevo
en el jardín, que a todos maravilla
y nuestros jugos, evaporados,
una mancha profunda en el colchón.
Muchas rejas arrenglonan las ventanas,
según nos aconsejan,
y en las horas vivas,
en las horas muertas,
reviso los álbumes para aspirar,
con aullido de sirenas
los rostros del pasado –así no vuelven-

Ya planché las paredes,
ya fregué las lechugas ,
ya enceré los toallones
que dicen you y me.
Ya me toca la siesta,
nuestro perro olfatea
mis axilas con cariño
y se recuesta tibio, en tu almohada.
A tu regreso, serviremos
copas de jabón con granos de mostaza
y liquidámbar.
Un aperitivo, después de las noticias.
Y en la alta noche ¡clap, clap, clap!
saltan los resortes, los alambres,
el mundo convulsiona
y por el pecho, (nos comimos el queso, ¡qué remedio!)
nos toma el artefacto, o sea el lecho.
De todos los ratones que pululan
que fortuna, atrapada con vos.




Verbal

No usaría hoy el pretérito melancólico
no estoy para añoranzas o esdrújulos cotejos.
-Imperfectos serán, no tengo dudas
los trabajos y los días que dejé-
prefiero el potencial, rico de eres
y de íes acentuadas melodioso
candor de los deseos
espuela la libido nunca deja
en banda a la ilusión
en tanto nada da el indicativo
hecho real y presente
o pasado de un futuro.

Verba loca, dirán a mi persona
la punta de las letras
castillando
hipótesis en nubes de valencia.

Pasado melanco paradigma
del texto que me pasma y que me roba,
condición de que se cumpla lo que digo,
profecía con cautela…

Casandrismo que calla
y sólo dice
en murmullo de sílabas –plegaria-
este absurdo poema de los verbos.





Lluvia

Lloran las cuerdas de mi garganta.
El cielo aguanta un toldo convexo.
Ya llovía antes en mí, en mi cuaderno,
mis ollas y mi suéter, que acabo de doblar
con sus húmeros lisos en la espalda
sobre el cuello volcado.
Mi cabeza llueve una garúa helada y en el cielo
los pájaros caen, como cáscaras de fruta,
o medias en par que enrollo fláccidas.
Las cuerdas son ahora un cello lastimero.
El cielo arría su estandarte negro
y en los pliegues se dibujan llamas.
Entre mis frontales, el alma de la caja
tensa sus cordones venosos.
Es la angustia que aún llueve
en los patios, las alcobas, los armarios,
debajo de las mesas y las sillas,
adentro de los libros y las cartas,
en las máquinas de hablar
y en la harina, el arroz y las lentejas.
Las macetas desbordan su copa de tierra
y salpican mis pantuflas.
Ya no hay silencio o música
Por las comisuras del patio embaldosado
agonizan canaletas, un barrito baba
color de hoja café



Pragmática de amor

Hoy no puedo escribir ningún poema
todo es descosido, sin hilván
inconexa coherencia
caza infructuosa de la palabra justa,
enunciador confuso
transido el desarrollo próximo lo hiela
¡Vamos!
¿Imperativos sí?
¡Basta!
Es en sí todo un texto

y hay un texto también en este cuarto
en tu bolso con ropas en desorden
¿Y dónde están las llaves?
-qué actitud del hablante, qué código cerrado-
tu desvío me aterra, el todo por la parte
un auto en marcha es ícono de duelo
y las lágrimas sinestesia cruel.

Ya no hay más repertorio
quizá en un lexicón de magia negra
halle la forma de decir te amo
pero andate, te odio no te vayas,
oxímoron perfecto
exacto en el puro desvío
de la punta de mis letras
en la cuerda discordia
del cadáver exquisito.

Sin embargo, sin embargo, sin embargo
no robaré metáforas
estoy acusada de hacerlo todo el tiempo
por manipulación astuta
y retórica perversa
te voy a contar las sílabas
las costillas



Tajadas de juventud

Tengo dos tajadas de juventud en el freezer
no sé qué hacer con ellas.
No alcanzan para la familia.
Se comieron la pieza casi entera
y esto es el sobrante.
Ellos se alimentan de potes de colores,
vitaminizados
pastillas de magnesio o pastas industriales.
Podría hervirlas, rendirían más.
Al horno no, que todo lo reduce.
También podría servirlas en la cena
¿Te avendrás a gastar el aguinaldo en vino?

Hay también otras opciones:
hacer finas rebanadas
meterlas en panes con sabores variados,
ponerlos en un taper,
ponerlo en la mochila
y salirme por el mundo.
Quizá me los comiera
contemplando el paisaje.
Quizá los convidara.

O picarlas finamente,
mezclarlas con adobos,
incluso sándalo incluso pachulí,
hacer bocaditos misteriosos
y dar una fiesta.

Pero lo pienso, te encuentro
y ya no dudo:
haremos una cena, prenderé unas velas
compraremos el malbec con la tarjeta
para entrar mareaditos,
vos y yo,
en la vejez




Acta

Tus rastros en mi cuerpo
constancia notarial
arras selladas de amor, dolor y permanencia:

En el esqueleto muescas
de todas las batallas, medallas de victoria
en las cachas de tu orgullo,
triunfo en estas tibias –si te sigo-
tus pulgares en los húmeros
lectura en laberinto cuando no me escapé.
-¿Abrimos la botella?
Los pómulos guardan mensajes cuneiformes
bustrofedon los frontales,
de hemisferio en hemisferio
(aquella discusión que te gané)
-Más vino, mi copa gime ausencia.

En mis vísceras parcas tus ágapes furiosos
voraz mesa mutante hacia la gula
dibujo de satén la piel entera.
Su lengua caracol
tenue rastro húmedo
laca el recorrido
ida y vuelta, cruce y curva,
loma y zanja.
Nada deja sin barniz su exasperante
cinta en agonía de dulzura
-Llena más, no se sacia esta copa.

En mi pelo la huella la navaja
que cortó nuevos rostros tu capricho
espejo dócil, fronda tuya,
menguante cabellera arisca noche
melena en su creciente…
Y pisadas de tus botas en la casa.
Detective de amor yo voy detrás.

Si desnudas las plantas en la sábana
sudario de dos cuerpos su dibujo
y el sueño aún que perdurable:
Dejo escrito los detalles en la punta de mis letras
y tu firma,
-dame de tu vino ¿o todo lo bebiste?




Disfraces

De todos los disfraces hoy elijo ninguno:
birlo el ser de la piel.

Puro yo, espíritu o idea
fantasma que deambula
con su sábana de ayer
pena el deslizar ánima sin tacos
altos pies desnudos
de muerto que pasea.

Fuera alambres y corsés,
elásticos que hieren,
falsaria anatomía.

Ni siquiera pelo
-fino abrigo de animal-
asustar con calva monda
mostrando el cerebro
esponja de culpas.

Vestida para morgue o para cirujano
(armar la secuencia, cuestión de relojes)
iré por las calles en mi transparencia
y nadie verá que me rescato
en la punta de las letras, ropita de papel.



La estética

Ha dejado su cuerpo en condiciones:
empezó por afuera,
con un guante de esponja casi seco,
exfolió su piel centímetro a centímetro
pliegue a pliegue hasta encontrar
abajo la piel del nacimiento
secretando un jugo delicado color rojo subido.
Quedó la piel así, juvenil y amniótica
(ocultarla al sol por su inocencia.)
Decapada, como un árbol
sin corteza y casi sin ramaje
puso talcos que cicatrizaran
ahogando los gritos con trapos furacínicos.

Sólo entonces, pensó en los alimentos:
Buscó todas las dietas,
y como los pájaros, pero sin tener su pico
mascó el mijo, el alpiste, las piedras de maíz.
Fue también tibetana -el cordero y el té-
(el té lo tomaba, el cordero la miraba)
tapaba su cuerpo con géneros enormes.
La voz se fue afinando, con colores de trino,
cantó melopeas, endechas y vidalas.
Nada le decían a nadie que la oyera.

Cambió las recetas:
amasó cereal, masticó
el amaranto minucioso,
la quinua delicada,
con la harina lavada y hervida hizo un rollizo
oscuro, nutritivo y puro.
Cuando puso la mesa la echaron de la casa,
estaba ensayando
los confites de pollo y el chocolate de hígado.
Todos los trucos los trucó,
buscaba qué sé yo qué esencia
de bacterias en píldoras.
con la leche común, bien machacadas.
Después jugo de almendras, de soja,
de maní, de habas y de arroz.
Hizo queso la leche de lentejas,
de garbanzos, de soja y de maní.

Su cuerpo ya era por entonces
un elegante esqueleto de mujer
una línea de historieta con su proporción
en las dos dimensiones de la hoja.
El rostro se afinaba, la nariz se convirtió
en un filo de navaja,
y la punta redondita de insolencia infantil,
se desvaneció por siempre.
Las muelas apretadas de mascar los granos
se agarraron, ya no podía silbar.

Ahí anda, figurín delgado,
percha de la moda,
corazón sin grasa.
No sabe quién es
Y nadie la conoce…



Deseo

Artero me sujetas, con lámpara en la mano,
escupes –suavidad- adentro
y echas tapa con fruición y yo
-la enamorada-
atrapada en burbuja
de cristal y de aire
como mágica redoma.

(No me agito. Él me posa,
cristal de magia blanca,
junto a la cama de los dos, tendida.
Sólo cabe mi cuerpo y alguno de sus dedos
que circula con tibieza por la esfera.)

Me miras y me amas
tu saliva globea. Sonreímos.

Entonces, poderoso, refriegas la burbuja
(disparate de palabras cuando el deseo apremia)
El genio –yo- hace su epifanía,
prisionera encendida,
libre al fin
amando al carcelero.




Una piedra de río
I
¿Quién ha puesto a medio palmo enterrado
en mi pecho
esta piedra de río
del tamaño de un puño
blanca, gravosa y lisa?

¿Quien ha puesto allí este bloque rocks,
huidizo hielo turbio, ojo grueso en aguja
sin Gerdas que entibien con amor y sal,
sin reinas de la nieve que vencer?

¿Y quién, a veces, pone allí este neumático
en su malla de acero,
impenetrable michelin perfecto
enterrado a medio palmo entre mis tetas?.

II
Salí entonces a buscar un corazón de fantasía
granate, cóncavo, caliente.
Con un cuchillito de alfiler en punta,
bisturí de duende atrapé un colibrí
adentro de una enorme campánula de mieles.

Corazón de colibrí en mis plexos de aire,
gota de sangre cayendo al vacío
colgando en los racimos de los vasos,
animando mis órganos helados:
paz para el hígado guerrero,
dulces para el páncreas de cartón,
juguetes para el útero vacante,
diccionarios para el seso.
Corazón de colibrí, anatomía de hembra
electro insuficiente. Rechazado

III
Entonces iremos a otra góndola
Encuentro: corazón de reptil
(lágrimas, lengua ponzoñosa)
Blanca sangre fría, no.
Corazón de mamífero, sí,
cuero piel, caricia a contrapelo
feliz de huesos, risa de colmillo
lengua afuera mascota
delicia de asador, proteína
glóbulo que ama da y perdona
en el pecho a dos palmos enterrado.



Mi cuerpo es un mapa del dolor

las uñas (con restos de piel enrojecida)
disparan las flechas de la fuga
o de la despedida.
Mis cabellos señalan rumbos de extravío
en el sinsentido de las jeringas del reloj.
rodete en espiral que despista a los piratas
mis venas vuelven mientras mis arterias van
ya con cierta fatiga de impaciencia.
Ni mis senos ni mis rotulas
son bizcos, pero igual,
no se sabe dónde apuntan: ¿Adelante? ¿Al abismo?
Mis ojos se revuelven en guiños y soslayos contradichos
sin claves con implícitos,
no resuelven.
Mis pies miden los pasos que llevan al tesoro.
Los seguirás sin hacer sombra en la espalda,

porque vendrás, bandido,
y enrollará la piel ajada
y con ella partirá a la isla prometida.
Sobre arena de playa desplegará este cuerpo
-este mapa del dolor-
como una alfombra hollada
mientras mi piel se dora como hogaza
y el calorcito marca las líneas a seguir.
Habrá de persignarse en la frente el corazón las ingles
de lamer las cicatrices del costado
y sí: contará los pasos, bailará su baile
(no me tapes el sol)
y por fin el pico hierro cavará en los tres puntos
¿acertará en primera? ¿el tesoro es uno o trino?
Plata gris del cerebro
granates y rubíes de dulzuras en el pecho
abajo sombra fresca de cavernas minerales.

Toma el cofre
Mi cuerpo es un mapa del dolor.




De la muerte por celos

Vuelve, vuelve la oscura traza
de la muerte por celos.
a apretar con su puño inmenso
mi corazón de puño hasta exprimirle hiel
por artes raras de patología
se cuela por mi oído y revuelve los huesillos
que martillan la duda y la certeza,
se cuela por mi boca al aspirar tu aliento
(yo preparo todas tus comidas)
por mis ojos cuando leo todas las letras
de todos tus archivos
todas las máquinas
de mandar mensajes.
Pero todas las claves aleves y leales,
se me niegan.
Vuelve la oscura traza de la muerte por celos
aleteo de murciélago en el plexo
torniquete de pellejo
a la altura del ombligo

Vuelve a colarse por mis puertas de abajo
y me hace preguntar dónde estuviste,
animal sediento malcriado,
que me trae de beber y me contenta
bello animal de compañía
que tapa mi boca y reclama con susurro.

Vuelve negra traza de la muerte por celos
se cuela por mis poros
y eriza mis arterias
ponzoña mis raspones,
infecta mis bebidas,
corroe las mucosas
de mis partes más suaves
y fecunda la cizaña
en el bosque de mis venas.

Andate, negra traza, juira perra, alimaña.
Andate de mi mesa, de mi cama, de mi casa

Fuera negra traza de la muerte por celos




Tres de amor

I
Fuimos los dos una gorda
pelota feliz de platónica androginia
mis uñas con brillo
tus manos rudas
mis pechos lactores
tus brazos musclados
eran aire en el aire de su seno,
mundito concavado sin arriba ni abajo…
No fuimos menos que un monstruo integrado
mondo, cabal, órbico, liviano.
Con tus pies de cien leguas,
con mis piernas sentadas:
poltrona, regazo y hamaca.
El globo reía –platónica broma-
¡Y cómo reía, mi amor!
amoroso ciempiés unisex.
parásito doble, generoso y noble
que da lo que quita y lo que pierde da.
Y tocaron el timbre,
simple,
así como así y la espita,
la pena nació:
Vos y yo. Ya no uno. Ya dos.
Una expuesta fractura,
unos vasos goteantes,
unos charcos de plasma.
Por la puerta abierta
bacterias y entonces
ni parches, ni pomos de ungüento
soldaron jirones. La goma es fatal.
casquito de esfera mortal.

Alma de bolita,
vidrio impenetrable…
mercurio inasible
¿Querés? Vamos a jugar.



II

Nací de tu muslo, parida mayor
y fue mi placenta
tu hueso de andar de varón.
De mi frente mis sienes naciste
lactaste mi seso espeso y gris.
Mi vulva te expulsó nacido
tantas veces.
Fue regreso, puerta, entrada y meta.
Mi infancia al contrario
fue aguja imantada en eje de sangre
cuadrante de sábana
señalando tu jornada.
Los dos malcriados.
Vos el hombre hijo de mi mente
huésped de mi entraña.
Y yo obra idea hija-esperma
hecha poema
al cincel de tu pulso.
Niño, niña jugamos con eros
la ronda del amor.

III

Cuerpo fileteado soy,
arte de varón,
en todos los sitios
tatuado
en mis episitios incluso,
¿sabías?
tomías cruentas.
Huellas de una frankens
-consentida y gozada-
tización.
Pero ahora:
quiero ver tus estrías y várices,
tu cuerpo marcado
por mis pies de baile
que nadie te quita.
Te quejes ¿quién sabe?
¿Borramos, pulimos?
Pongámoslo así:
dos cubiertas tan lisas
vos y yo, en derrape,
picada, peralte pisteros, zarpados
sin garras sin guantes.
Los cuerpos escritos,
el texto, el poema.





Y uno de discordia

¡Ay lengua! ¡Ay lengua! ¡Ay lengua!
Carne tibia, muelle tapiz de grana…
Marisapidilla bruja, mujer que sabe,
y ensala sus armas: cilantro, persil, ajedrea,
salva la salvia saliva.
Llora tu salsa y espesa sabrosa,
¡Oh, my! ¡Oh, my!
Si detienes –no detengas-
ni te tengas si te vengas.
No detengas –digo- tu locomotiva
deja, sólo, en su boca,
mensajes de paz.
Si de guerra –oh, la loca votiva-
jura con su boca fabulario
dos palabras:
te perdono.
Pero no.
Para mí:
lengüitas en hielo con alcohol
con papilas –oh, papi- que te vocan.
Salva la salvia, saliva,
la malva, el bálsamo acedo, el cedrón, y el estragón
–justamente-
es lo que has hecho,
escabecho,
en el lecho
de mi corazón.




La niña de Reynolds

La niña de Reynolds viene a visitarme desde su sueño al mío.
Lleva en sus brazos un cachorro.
Es la hija muerta.
¿Quién ha puesto en sus manos ese animal?
¿Y quién la ha vestido así, con ese lujo?
Tomo entonces la lámina y hago un rompecabezas.
En las otras caras hay:
un niño
–creímos que sería otro varón-
Un príncipe,
el que nunca la tendrá.
Ella misma, a los trece, vestida para fiesta.
Ella otra vez con un cordero,
y tres damas con peinado alto,
las que cortaron el finísimo hilo de su aliento.

Yo sólo soy la mano que encola los pedazos
y lija los cubos de madera.




Floración

Plegaria irritada a dioses mexicanos.
Su capricho floral
cada veinticinco años impone
a ritmo de reloj inmenso
una flor y su estallido.

Entretanto sus brazos
carnosos aletean
(no hay viento que baile
con sus lenguas temibles),
medusa que lastima al nimio roce.

Señora agave, mide el tiempo
en floraciones como vidas
y esconde su secreto
¿Será ya menopáusica?
¿O está forjando fértil una erguida flor?
Hija que agota las sales de la tierra
en monstruosa matriz.

Amenazo su silencio: convertirla
en tequila, sisal y mescalina,
sus dones a este mundo,
con algo de bar, un poco de farmacia
y también de almacén donde se compra
para atar los nudos fibrosos de las cosas.

A veces la contemplo
con un poco de ira
interpelo el silencio,
pero no me contesta
¿veremos algún día el fruto de su savia,
Epifanía entre los altos árboles?
¿Será mañana, el próximo verano?
En ese caso habré de tomarle
diez mil fotos y su flor
será un cometa en el tiempo de mi edad.
Seré feliz un día.

¿O habré llegado tarde
a su milagro verde?
no soy afortunada ni puntual,
me pierdo en pistas falsas
-Novalis o Melville-
y todos los eclipses desde niña.

Dame entonces, por lo menos
tu licor de olvido
tu jugo de visiones, tu guitarra ronca,
dame tu imagen y en la punta
de mis letras, esa flor,
tu enorme hija inalcanzable.



La mujer madura

Los ijares son oleadas de piel de terciopelo
bajo la caricia ondulan
pliegues amplios dorados
su tibieza cede sin urgencias.
Su entrepierna –vamos,
sus muslos por adentro,
son de gasa frágil.
La mano arrastra como arena
que ha dejado el mar
una táctil alarma de desgarro.
Sus hombros, intachables,
esqueleto con funda protectora,
inviernos y veranos pasarán
antes de ponerse a ser cadáver en acción.
Su pelo, lo querría una muñeca para sí.
(tiene dinero la mujer madura
y debilidad por las peluquerías)
Sus senos y su vientre
hacen más de un capítulo
de belleza enciclopédica:
tanta historia y tanta arqueología.
Excavando las napas habrá moños
y broches y metales
puntillas de tantas temporadas.
Pero no hay recortes ni parches ominosos
–frívolos o trágicos-
ya bastante hospital con tanto parto.
(Ni ver las batas blancas,
gigolós seductores,
aranceles viriles)

La región oscura (que llaman periné)
es un mapa de fronteras en discordia,
un troquel que no figura nada,
sino el paso de Caín y Abel.

Y los senos, son los mismos de siempre
una blanca masa de harina sin leudar
que ansía la mano del experto panadero
caliente, paciente,
y muy madrugador.

En cuanto al vientre, la panza,
la patria del ombligo,
no hay problemas con el nudo primigenio
que marcó el polo norte de la vida
y el polo sur del dolor,
es el entorno el tema,
una arena movediza,
sobrante de ella misma,
recorte para el pobre en las carnicerías.

¿Más detalles?
Sus gemelos de las piernas
son redondos y carnales,
se arrugan pero aguantan
las posturas del amor
y los pies la llevan lejos donde quiera
la música y el baile.
Por eso,
no prenderle la luz y tolerar
la región de litigio.
Permitir la horizontal
feliz de la cosquilla
o el cúbito ventral –casa tomada-
Amar esa mujer deshabitada,
sus salas, su abandono.

(No hablaré del cerebro,
la memoria, el corazón,
las leyes que se impuso.
No soy quien, no son quienes.)



Otra descripción de un llanto

Ella llora siempre con los ojos cerrados
nada de cristales que le entornen las cosas
las aguas le bajan
detrás de los colmillos
y en catarata descienden
la curva del mentón
empapan la garganta
y las cuerdas de sonar.
Si ella hablara
daría pena la sal de su dolor
que adoba las palabras con enes y con ges.
Después,
tragando el mar su aire
se moja como trapo
que quedó en el patio
tal vez hipo tos pudor desarme
su estoica compostura de escultura
cuyos solos hombros
dan señales de vida.

El nudo, mas abajo
tragó la sal y tensa en contractura
las fibras de su carne,
la víscera reclama pan y dulces
y a su ácido clima sólo llega
un vinagre que baja por los huecos
y su espasmo podría ser placer de esa clase
complicada,
orgasmo que libera
eléctrica serpiente hacia la nuca.
Cuando llegan
a los pies las lágrimas
sólo guardan el ardor de la carrera.
Y sale ella, ojos secos, pequeños como insectos
hacia otro cuarto,
con más luz y viento y fuego.


Caja

Destino de caja destino de mujer
mero continente soporte
de la realidad y luego
pastel que ha perdido su relleno
destino de bolsa
repleta de deseos
urna fraudulenta
sobre que se viola
una amenaza dentro
destino de caja
cofre de regalos y cuerpos de varón
o de hembras nuevos
pellejo vacante canasta sin fondo
¿qué lleva esa mujer envase?
redoma que se frota con polvos de lustrar
lámpara cargada
álbum de fotos cartas de amor
destino de isla continente hundido
aparato perfecto
caserón vacío
polisemia andante



Me nací

Me nací, y fue de esta manera:
Tomé cuatro crayones
y me apuré en los trazos
-la tosca facha que se ve-
en el teclado urgí una melodía
de cuatro tonos grises.
Con el rostro usé jabón (del neutro)
y guante de crin en las ojeras.
Me tiré de cabeza contra la pared
para ver si estaba viva
pero no podía largar el llanto.
El vagido fue un aullido
más bien hacia el ocaso
por el este de un púrpura atenuado.
En el espejo, imago que interroga sin respuesta
¡bautismo!
Larva fina que no adivina rostro me nací,
me faltó el nombre.
Y me arrojé al agua de sal
para ser hija de alguien y conocí las lágrimas
-palabra del padre-
Me ungí luego con grasa de sartén
usada muchas veces
-la más pura- apuros de matrona.
(ningún sacerdote aceptó hacerse cargo
habráse visto, de mujer)

Ahora trato de acordarme
de un útero guarida
oscuro fresco tibio iluminado
lacustre marítimo fluvial,
amniótico hidratante
agua en torbellino, fuente de la magia…
No recuerdo.

Por eso, sin madre me nací
me puse un nombre que no existe,
me vestí con ropas blancas para el óleo de la frente
y de negro para el óleo de los pies
-ir ganando tiempo-

Ayer mismo me nací, todo el mañana.



Mandalas

Ella busca un mandala, está sola,
no descarta encontrarlo.
Los cajones de sus muebles están
repletos de mandalas
de todos los colores
de todos los tamaños
(de ensartar en las orejas,
de colgar en su garganta,
de monedas en el pulso,
de sello en anulares, índices,
pulgares de los pies,
de pegar en el techo o en la almohada,
en la agenda y el refrigerador)
también tiene otros graves, no abalorios,
Está el del hijo muerto, el hijo preso,
está el del hijo ido y regresado,
está el del amor, eterno e infinito.
Tienen simetría, dinamismo, claroscuro y cruz.


Pero no se satisface, falta alguno,
un mandala que diga ciertos signos,
que contenga y agote una esencia
y cómo hallarlo:

Pasó días mirando el propio ombligo,
un mandala flojo, desprolijo,
con flechas que marcan el allá, el aquí,
sufrido, descosido y turbio.

Después intentó con el espejo,
una forma parecía conducir a la respuesta,
su rostro, el de hoy, con esas líneas,
pero al punto
se encimaron los pasados,
la niña, la mujer,
la hinchada, entristecida, turbia
y arriba las cejas de feliz.
El óvalo era el mismo en todos,
nunca bien calcado, salido de su centro,
ojo miope que no entorna la unidad.
Entonces, ¿cuál era verdad, modelo,
cifra, esencia, uno y mil?

(El mandala no puede tener
forma que vacile, centrifuga
la tensión de su perímetro,
es puro movimiento, centro dardo mismo
que plena su sentido.)

Siguió buscando, usó el espejo
cambiando posiciones,
loto, vertical
almohadones en la espina,
ropa fuera
y halló el ojo trajinado
ojiva de sus niños y su hombre,
luz de templo,
latido en levógiro turbión,
regreso destrógiro al portal.
No halló más que una cansada
sonrisa vertical de mujer deshabitada.

Salió entonces por calles de ciudad,
Y se hartó de mandalas de colores
luces que vendían
menta con burbujas y frituras,
sopas fantasía para niños,
mandalas que mentían…

Volvió pues a su cuarto,
tomó el plato de su taza de café,
y con la porcelana del revés,
una hoja blanca,
un lápiz romo,
trazó un limpio redondel como hace un niño.

Se dijo en paz entonces:
esta es la forma nueva del mandala,
de la vida mía.
Útero y diamante.


(Texto proporcionado por la autora).