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domingo, 15 de agosto de 2010

LEÓN TRAHTEMBERG Y PATRICIA DEL RÍO: MUY BUENA DEFENSA DE HILARIA SUPA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
 "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/


La educación es de humanos; no, de doctores.
HILARIA SUPA EN EDUCACIÓN

Por León Trahtemberg

Sólo conozco a la congresista Hilaria Supa, presidenta electa de la Comisión de Educación del Congreso, por un par de entrevistas que le hice en RPP, en las que me dejó buena impresión. Dice lo que piensa, aun con ciertas fallas de sintaxis y vocabulario castellano atribuibles a su origen quechua. Además, la he escuchado ocasionalmente en alguna intervención en el Congreso. Nunca leí que medio alguno le atribuyese ser deshonesta o corrupta. Sobre esa base arranca mi comentario.

Entendería la objeción a su presidencia de quienes aspiran a que los presidentes de las comisiones fueran especialistas en sus temas si Mercedes Cabanillas fuera experta en Defensa e Interior, Luisa María Cuculiza en Relaciones Exteriores y Mauricio Mulder en Inteligencia, comisiones de las que fueron presidentes.

Entendería a quienes reclaman que los presidentes de comisiones tengan méritos distinguidos para tal función si es que entre quienes han sido presidentes no hubiera tal colección de tránsfugas, lobbistas, viajeros financiados por universidades que tienen conflictos de intereses; congresistas que dicen que votarán en un sentido y lo hacen en otro o se esconden; que visitan a empresarios extranjeros en sus hoteles; que fabrican expedientes como el del indulto para Crousillat; que avalaron el golpe de 1992, la re-reelección, la sujeción judicial y la corrupción de ese régimen....

Entendería las objeciones a la presidencia de Hilaria Supa si es que los principales líderes del APRA o el fujimorismo se hubieran disputado la presidencia de la Comisión de Educación, y si no hubieran permitido que se convierta en un cajón de sastre llamado "Comisión de Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juventud y Deporte", para que desde su nacimiento sea inoperante. También los entendería si hubieran protestado cuando el Ejecutivo decidió vender la sede del Ministerio de Educación sin tener una sede propia alternativa, o cuando al exigir la arbitraria nota 14 a los postulantes nativos a los ISP, canceló la formación de futuros maestros para los pueblos indígenas.

Ante la ausencia de todos esos factores de coherencia, sólo queda asumir que los congresistas que objetan la presidencia de Hilaria Supa la discriminan por razones étnicas. Y eso me resulta inaceptable.



LO QUE SUPA SABE

Por Patricia del Río

La congresista Hilaria Supa juró esta semana como presidenta de la comisión de Educación en el Congreso de la República. La señora Supa, como ya todos sabemos, es quechuahablante, nunca asistió a la escuela, y aprendió a leer y escribir de manera autodidacta, con lo cual no tiene un dominio óptimo de estas habilidades. La pregunta que ha dado vueltas en el ambiente y que ha rondado las redacciones de diarios y noticieros es: ¿está capacitada la congresista cusqueña para asumir esta importante labor?

La mayoría de las voces han saltado hasta el techo y han cuestionado severamente sus habilidades. Todos, sin excepción, se han cuidado de aclarar que “por si acaso esto no tiene nada de discriminatorio, pero no te pases pues, cómo le vas a dar a esa señora que no lee la comisión de Educación”. Otros han acotado “Cómo la vas a comparar con una Martha Hildebrandt” o “Esta es una comisión muy importante para que esté en manos de una persona incapaz”, “No tengo nada contra los quechuahablantes pero ni siquiera habla bien”, y así por el estilo.

Pongamos claro un punto antes de continuar: todos estos comentarios son discriminatorios porque asumen, de plano, que Hilaria Supa es una ignorante, porque no lee y escribe correctamente. Se basan en la idea de que el analfabeto no solo no posee conocimientos suficientes para triunfar en la vida, sino que tiene capacidades mentales inferiores.

Esta visión sesgada desconoce que personas como la señora Supa poseen, como cualquier ser humano, otras múltiples cualidades que les han permitido salir adelante sin contar con una herramienta tan valiosa como el dominio de la lectoescritura. Hilaria Supa no necesitó leer y escribir para luchar fieramente contra las esterilizaciones forzadas en la sierra, ni tuvo que hablar perfecto castellano para crear grupos eficaces de apoyo a mujeres víctimas de violencia doméstica.

Alguien podrá refutar: de acuerdo, pero de educación no sabe nada. Pues fíjense que sí, y sabe muchísimas cosas que la mayoría de peruanos que hemos asistido a colegios y universidades desconocemos. La congresista Hilaria Supa sabe lo que es ser rechazado por un sistema educativo diseñado solo para niños que hablan castellano. Sabe del drama de los escolares que, en zonas rurales, tienen que caminar horas de horas bajo el frío para llegar a una escuela unidocente. Sabe del fracaso de la educación rural en el Perú. Conoce de cerca, porque lo ha vivido en carne propia, lo que es ser excluido de una sociedad que basa sus parámetros de éxito en una lengua que les es ajena a más de cinco millones de peruanos. Y tiene, sobre todo, interés por estos temas que a la mayoría le importan un pepino, pero que merecen especial atención.

¿Eso quiere decir que Supa va a hacer un buen papel? No necesariamente, pero merece una oportunidad y, sobre todo, merece que sus éxitos y fracasos no les sean atribuidos a su condición de quechuahablante o de analfabeta.