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sábado, 16 de octubre de 2010

Carlos Meneses: “Los dos Marios”

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir"
es el lema de http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/


Con motivo del Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa se ha producido una verdadera explosión de comentarios. Como es normal, tratándose de un personaje de su talla, en esas críticas hay desde panegíricos hasta diatribas, pasando por los ceñidos análisis de su obra. No es raro encontrar a los que exclusivamente miran el comportamiento no del narrador sino del hombre. Y rechazan y atacan sus ideas. Esto ha determinado que en algunos casos se llegue a una disyuntiva: ¿hay un Mario bueno y otro malo? Y, más aún, que el Mario bueno que no es otro que el narrador supera al político y al periodista. Mientras que los que manejan la invectiva señalan, y no de buen talante, que el Mario malo es el defensor de ideas y comportamientos que no sólo no convencen sino que van en detrimento de los pueblos en especial del suyo, el Perú.

La obra de Vargas Llosa es muy extensa, en especial la narrativa. No siempre un escritor mantiene un mismo nivel a lo largo de por lo menos quince novelas. Nadie duda que el momento más destacado de esa trayectoria se produjo en el inicio de su carrera, cuando publicó tres novelas excelentes. La ciudad y los perros que denunciaba toda la turbiedad en los colegios militares. La casa verde que era un dechado de técnica narrativa, y Conversación en la Catedral mostrando los rincones tumefactos de la sociedad limeña con la colaboración de un diario y sus principales redactores. La Academia sueca, que es la que concede el Nobel, no ha hecho la menor referencia a estos méritos insoslayables. Quienes han leído con atención a Vargas consideran o podrían considerar que este premio corresponde a ese joven de los años sesenta. Cuando exclusivamente se le calificaba como un renovador o, algo más, un revolucionario de la narrativa en castellano, y también, claro que sí, de las ideas políticas.

En algunos artículos de los que defienden al Mario escritor, del adversario, el Mario al que llamaremos político, se nota que aceptan la parte que muchos llaman desagradable, fea o turbia (sea por la guerra del Petróleo en Irak o por su visión a favor de que la amazonía peruana sea explotada por capitales extranjeros) y sentencian que aunque exista el malo lo que vale es la superioridad del bueno. Esto es demostrativo de que están de acuerdo en la existencia de un Vargas negativo. La literatura nos puede dar muchos ejemplos de escritores con sombras de maldad cuya calidad literaria ha sobresalido por encima de lo nefasto: Ezra Pound, Villon, Arthur Rimbaud, y nuestro José S. Chocano. Vargas Llosa, hombre sobre todo inteligente, agita banderas como la libertad, la paz y naturalmente la verdad. Conceptos que se encuentran tanto en un bando como en otro. Que han perdido una parte de su valor precisamente por eso. La derecha aplaude su concepto de libertad. La izquierda reclama una libertad más amplia, la que abarque a todas las clases sociales sin distinción.

Pero no nos salgamos de las pautas trazadas. Mario Vargas Llosa desde 1970 viene mereciendo el premio Nobel, por esas tres excelentes novelas que no ha podido superar.

En el otro platillo de la balanza pondremos que, a esta altura de su existencia, 74 años de edad, quién no sabe lo que es Mario fuera del mundo de las letras.