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lunes, 10 de octubre de 2011

Manuel Mosquera: Carta de amor a Úrsula Iguarán

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
www.mesterdeobreria.blogspot.com


Amada Úrsula:
Te escribo en esta noche en la que la luna ha desaparecido
Del horizonte calcinado de tu cuerpo y siento dentro de mí
Este gran desierto que me carcome
Tu recuerdo es un espejo abrasador en el que
Solo puedo ver como mi corazón se hunde como un viejo galeón
En las aguas pardas de tu mar caribeño
Cómo decirte:
Que sin ti el olor con el que me despertaba la mañana
A perdido el acrisolado encanto con el que la
Desnuda sonrisa del amanecer
Me saludaba entre el herbaje de tus pechos que partían las aguas
De todos los océanos del planeta para que yo
Ingrese a tu tierra prometida
Y me alimente con el maná que brotaba de las
Mieses carnosas de tus labios
Como extraño las huellas de sortilegios encontrados en tu altozano lunar
Como deseo tenerte a mi lado galopando sobre las extensas praderas
En las que el sol se pierde tras la copla de tus ojos capulìs
Tanto amor me has dado que sin ti el día es un verso moribundo
Y la tristeza más insolente me acompaña y vivo anegado
Por ríos nostálgicos que día a día van cavando la fosa en la cual
Sucumben mis momentos soleados
Te escribo recordando/ Tu hoguera exaltada
Que todavía duerme en mis sueños
Que mora en cada una de las exhortaciones del
Lenguaje con el que las olas
Bañaban los piélagos de tus muslos/Sintiendo todavía
Que fui el marinero que exploró cada uno de los arrecifes
De tu monte sacro y en su cresta humeante removido por un volcán
Sentí caer sobre mí el diluvio de tus entrañas y las exclamaciones
Llameantes que incendiaban el polvorín de mi cuerpo
Y en esta página del recuerdo solo puedo repetir a ese gran Adivino:
Es tan corto el amor y tan largo el olvido
Si corto y feraz fue tu amor/Tu amor de feria pueblerina
De leyendas antiguas que tomaban por asalto nuestro lecho
Y en cada una de las beligerancias en que se
Enfrascaban nuestros cuerpos
Aparecían los Dioses que le dieron a las montañas el fuego
Y me siento morir recordando el olor de tus manantiales
Bañando el litoral de mis poros La turgencia esmerilada de tus senos
Y no puedo olvidarte/Porque si lo hiciera me desterraría
A los confines en los que la locura de lo cotidiano aniquila la sabiduría
Con el que los amantes van interpretando los augurios del pedernal
Ven Úrsula Iguarán
Por los caminos marcados por la floresta de los deseos
Vuelve a encender con la alcuza que florece en tus manos bañadas
Por las calandrias humeantes que vuelan en el paraíso
La fogata que encierra mi memoria que relumbra
Con el brillo de tus cabellos negros recorriendo mi pecho montuno
Con el lucero que aparecía en el erial de tus ojos moros
Con tus pies de guerrera danzando sobre el otero de mi peñón
Con tu grito victorioso despertando sobre la glorieta de la creación
Ven mujer de mis sueños aparecidos en letras anheladas
Ven para sentir vibrar el satélite de tus caderas
Sobre las explanadas deseosas de mis huellas que se pierden
En tu llamarada que ciñe cada uno de mis pasos
Siento en estos momentos que te escribo
Que me sitia tu silbo de antiguo candombe guajiro
Y el ritmo de tu caminar me transporta hacia las playas que
Poseen la transparencia de nuestras visiones dibujadas por los manzanos
Y puedo sentir el olor de la pólvora naciendo con las estribaciones
Cordilleranas que arden en la mañana y se explayan por las
Noches en que Yemaya despierta desde las olas
Para bañarnos con el rocío mítico que florece en la hoja de navegación
Con la que los amantes van descubriendo sus penínsulas
Y es por eso que te escribo/ Mujer de jornadas fabuladoras
Encaramado en los contrafuertes que despiertan la pasión
Sintiendo que a tu lado otro mundo es posible
Y que estarás conmigo: El día de la batalla final