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viernes, 16 de octubre de 2015

El concierto poético de Winston Orrilllo

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Pienso en la música de la poesía, al momento de escribir el epígrafe de este artículo, y, justo, cuando me dispongo a escribir algo en torno a la poesía de Winston Orrillo, porque una de las notas características de su poesía es la musicalidad. Y, más específicamente, me refiero a su último libro, cuyo título —realmente— desconcierta: Poemas desconcertados. Pero, pasado el desconcierto inicial, no queda otra alternativa que reconocer su pertinencia, porque es así la personalidad de su autor que «rompe reglas, salta vallas y se planta en medio de la polémica» (como atinadamente lo explica él en el Prólogo). Y, realmente, no es nada fácil para mí adoptar esa disposición de escribir algo en el sentido aludido. Porque sobre el particular hay bastante pan por rebanar. En principio, es tanta la cantidad de poemas (no en vano han sido extraídos de más de veinte libros) que abordarlos a todos, o a gran parte de ellos, daría para una tesis en la Escuela de Literatura de cualquier Universidad que la tenga. Y, pues, lo mismo se puede decir de su calidad.
Winston Orrillo, es ocioso decirlo, es uno de los más reconocidos poetas de la generación del ’60. Pese a que él mismo manifiesta, en el Prólogo, que se siente desconocido o no leído por la gente —incluidas las nuevas generaciones— interesada por la poesía lírica, que no es poca (aunque de esta dé la impresión de haber sido apabullada, en los últimos tiempos, por la narrativa).
Pero, volviendo a la iconoclastia del título, se puede decir que lo característico de este libro es que contradice la famosa prevención que Rainer María Rilke hizo a su joven corresponsal (en sus Cartas a un joven poeta) de ‘evitar la poesía amorosa y la poesía política’ por haber sido tratadas con tanta profusión y por tantos grandes poetas, que el hacerlo conlleva el riesgo de quedar rezagado para cualquier valoración crítica. Y Orrillo escribe poemas de amor y poemas políticos, y, a veces, consustanciados ambos; ejemplo: «… y hasta si el mismo/ Fondo Monetario/ se opone, amor,/ nos unciremos:/ derrotaremos/ juntos/ al cuervo/ del Balance … y juntos/ zarparemos/ hacia el día/ de todos:/ hacia el blanco/ celaje/ que humea/ en la pupila/ de aquellos/ que hoy ordeñan/ los pezones/ del alba.»
En esos dos ámbitos ha de fluctuar la expectativa del lector frente al libro aludido. Y es una impronta que marca a toda la poesía de WO. Sin temor a equivocarme, en todos sus libros está presente, desde el ya mítico La memoria del aire (título que celebrara Paco Bendezú, si mal no recuerdo) o también el profético Travesía tenaz (que en esta selección ha sido, injustamente, obviado). Aunque, también es fuerza reconocerlo, a esos dos no se reducen sus temas. Está también, por ejemplo, el tema de la nostalgia y su parafernalia del barrio, sus casas achacosas pero erguidas, y hasta el perro afectuoso que aceza en los predios de la infancia (por no defraudar a Rilke) o también los personajes típicos del laburo que nos redimen de nuestras «quemaduras» en «oficinas y archivos y ascensores» (como el del poema «Se llamaba Pedrito» de Catorce y un sonetos). Y tantos otros más. Pero los destacados son como la vestimenta de su musa.
Porque la política es consustancial al ímpetu vital de WO. Él la ha asumido con tal vehemencia que a veces rebasa los límites de lo permitido (como pelearse con medio mundo abrazando, por ejemplo, la causa de Velasco Alvarado o la de Hugo Chávez), pero también es digno de destacar que esa vehemencia se sustenta en una honestidad a toda prueba, cuando de defender las causas de los desheredados del festín se trata, y con una consecuencia que en muchos exguerrilleros de café —que lo zahirieran en el pasado— se deja extrañar en su práctica de hogaño. Porque, lo dice el poeta, todo es «Conciencia de Clase»: «Pasa el/ tren de/ la vida/ y yo/ voy en 3ra.»

Y tratándose del amor (ya, al momento de aparecer su libro Manual de poesía amorosa, destaqué su calidad de maestro en esta lid) WO tal vez sea un record man en ese sentido (sin que en él raye en la pedantería). Y en esto sí, contradiciendo a Rilke, WO preferirá admitir la recomendación de Neruda, en una entrevista sobre lo que se debería advertir a los jóvenes poetas: «Que escriban poemas de amor», dijo. Porque Winston Orrillo no solo fue reconocido como El Poeta Joven del Perú, en 1965, cuando cronológicamente lo era, sino que lo sigue siendo vitalmente, tocado milagrosamente por la décima musa del amor, Safo, para quien cabe la dedicatoria de esta «Arte poética»: «Eres tan bella/ como una fábrica/ a las ocho/ de la mañana/ ¡produciendo!/ (pero en manos/ de sus obreros).»


TESTIGO DE CARGO

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Camino con la misma sombra de hace rato
Y ya no sé si yo soy ella o ella yo
Deseo tener cambio de cansancio y no
Tener la misma risa el mismo espanto
El mismo sol matándome las ganas de calor
Mintiéndome el secreto de las horas apurado
Y le corto las amarras al viejo canto
Y lo dejo hacerse al cielo a toda voz
Y comprendo por fin que no era un cuento
Eso de dar la vida por un sueño o vano intento
Meterle un bazucazo al dictador   
Y desecar las hojas de los libros apurados
Y reinventar fulgores deshojados

Que se obstinan en atestiguar el triunfo del amor 

Julio Carmona


viernes, 11 de septiembre de 2015

UN SOLO DE SOLOS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

De un tiempo a esta parte ando solo
No obstante estar rodeado de cantinas
De vendedores que ambulan con sus rifas
Y yo como una piedra en un recodo
Voy cebando la costumbre en que me asolo
Sin chistar y asolado o azulado
Por su luz a su lado me conformo
En perseguir a ciegas el milagro
De convertir el fondo del espejo
En espléndida aunque fugaz maravilla
Del sol puesto a brillar en los deshechos
Y la miseria huyendo por arriba
Mientras el solo alista sus pertrechos
Invadiendo de solos las orillas

Julio Carmona


martes, 4 de agosto de 2015

ESTAMOS UNIDOS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com



(No es lo mismo que Estados Unidos).

No sé si tú pero sí sé que yo
He bajado a la noche más profunda
Y he subido a las nubes más jocundas
En un tañer de vida o corazón
Ya no sé si subir o bajar la voz
Si dejar que una lágrima me hunda
O perderme en carcajada rotunda
Solo quiero creer que sabes como yo
Que no somos testigos sino víctimas
Y que seremos viejos con juventud
Si vamos de la dicha a la desdicha
Como si fuera nuestra única virtud
Creyendo siempre que hay una salida

Y yo sí sé que yo pero no sé si tú

Julio Carmona


domingo, 19 de julio de 2015

GLADYS TEJEDA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

La vi que volaba y no era pájaro
Iba dentro de un corazón cantante
Era una sola decisión tajante
Y emergente ebullición de cántaro
Era una suerte de herida delirante
Sobre dos pies y manos de relámpago
Fue solo un abrir y cerrar de párpados
Como un siglo resumido en un instante
Más que una vida era la vida en vela
Esperando a que la meta la alcanzara
Derrotando a los miedos de la escuela
Removiendo cimientos con cuchara
Con el ruido armonioso de sus suelas
Y el orgullo de un pueblo que acechara

Julio Carmona

sábado, 11 de julio de 2015

LA CEGUERA DEL SOL

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Te busco en las arenas de la playa
Porque tu nombre lo repite el mar
Y quiero caminar por donde vayas
Pues donde siempre estés yo quiero estar
Quiero ser ola que en la roca estalla
Para unirme a su profundo bramar
Y si estás en el campo de batalla
Quiero estar al costado de tu amar
Pero te busco y siempre encuentro un muro
Atiborrado de silencio y miedo
Y al saltarlo me abismo en lo oscuro
De una razón que impone sus enredos
De un corazón que se empeña en ser puro

Y te busco y te busco y más no puedo


miércoles, 4 de marzo de 2015

DE SÍLFIDES SILBIDOS Y SILENCIOS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

No me pidas que abra los ojos al silencio
Que deguste los potajes de la angustia
Con fruición que haga la vista gorda y la voz
Flaca por los escupitajos del venerable
Y su función de domador de ángeles
Ya estoy harto de ser parte de ese coro
De cantar sottovoce o en el sótano
Y escuchar solo el silbido de las sílfides
Me doy de alta en este entierro y tomo el timo
Por la risa y lo reviento de una sola risotada
De esas que tengo bien guardadas por el odio
Que manifiestan tener los que nos tienen hartos
Y hasta el perno y por si acaso no es venganza
Es el derecho a eso que muchos llamamos rebelión


Julio Carmona


martes, 3 de febrero de 2015

AMADA AMISTAD

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com


Te recuerdo porque más que amigos fuimos

Amantes y porque el ser amantes no mató

Nuestra amistad qué quieres que haga no puedo

Superar esa enorme distancia que nos separa

Ahora y lo peor es que no puedo sentirte lejos

Has cavado tan hondo el túnel de la nada

Que solo existes tú en sus confines y aguas

Que ni el más ínfimo átomo de sus entrañas

Está libre de tus ojos camaradas de tus risas

Compañeras de tus besos incendiarios de tus

Horas a mi lado y yo tonto más que tonto me repito

En tu espejo en el que aplaudo y me felicito

De que el ser amantes no matara nuestra amistad

Y de que así podamos amarnos siempre como amigos


Julio Carmona


domingo, 11 de enero de 2015

NO HAY AÑO NUEVO SIN TI

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Camino entre tinieblas como en mi casa

Acostumbrado a que en mi pueblo no haya luz

Y despierto felizmente sin mordaza

Escribiendo a todo pecho yo soy tú

Con los ojos inmensados por el odio

Enarbolo tu mirada en banderola

Y me aferro a un imposible petitorio

Soñar una mañana sin memoria

Preñada de ojos plenos de palabras

Mujer obrero corazón y manos libres

Perdón si es que no supe ser tu hombre

Si no aprendí a caminar a tu lado compañero

Pero volver y resistir al odio firmes

Y recibir las lluvias de tus fuegos

JULIO CARMONA

domingo, 4 de enero de 2015

Julio Carmona: La fuga de Miguel

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com


En el último mes del año 2014, salió a la luz la última novela —publicada— de Miguel Gutiérrez, con el escueto título de Kymper. Miguel Gutiérrez es, sin duda alguna, un excelente narrador. A la altura de los más encumbrados. Y no necesita el espaldarazo de ningún Nobel o de algún novel. Ese es, pues, un asunto que no está en discusión. Y esto lo digo porque, en un intercambio de opiniones en una red de comunicación virtual, alguien anunció que ya estaba leyendo la novela aludida y expresó que estaba «bien escrita», expresión que —por decir lo menos— no pasa de ser un pleonasmo, una redundancia, una tautología. Nadie podrá decir que en alguna de las novelas de Miguel Gutiérrez se dé lo contrario, es decir, que esté «mal escrita». Por eso es que mi opinión contradictora fue: Lo que se espera de Miguel Gutiérrez es que produzca esa «buena novela» que hace mucho tiene proyectado. Y agregué que: para ser considerada una buena novela no basta con que esté bien escrita.

Y en efecto, ese propósito de escribir una «buena novela» Miguel Gutiérrez lo viene insinuando en varios textos desde el año 1996, tal es el caso de la siguiente expresión suya: «Antes que las ideas me cautivó mi propia relación con la novela (…) que me dio una razón para vivir…» (Celebración de la novela, p. X). Posteriormente, en su libro de ensayos La invención novelesca (2008), narra que, en un interrogatorio policial, le preguntaron: «¿Cuál es su mayor aspiración?» Y que él respondió: «Escribir una buena novela». Y concluye la anécdota así: «… yo no mentí. Ni fue un subterfugio, ni una verdad a medias. Hoy, once años después, puedo afirmarlo: fue la verdad más plena. La única que realmente ha importado en mi vida.» (p. 113). Es más, en el año 2007, escribió lo siguiente: «… he acentuado cierto espíritu heterodoxo que siempre estuvo en mí, y he añadido una razonable dosis de escepticismo a todas mis certezas sociales humanas.» (El pacto con el diablo, p. 16). Si, por confesión de parte, desde esos lejanos tiempos (que van de 1996 a 2008), su relación con escribir una buena novela era el norte de su vida, de ello se deduce que él mismo descartaba la posibilidad de que sus novelas anteriores a esas fechas, incluida La violencia del tiempo, pudieran ser consideradas con la calificación de ser «buenas novelas», insinuación que, no por provenir del mismo creador, tiene que ser aceptada como definitiva.  

Ahora que he leído la novela, de exiguo título pero de amplio volumen, Kymper, me ratifico en lo dicho, que coincide con la perogrullesca expresión: «está bien escrita». Pero —siempre hay un «pero» porque, como decía el viejo filósofo Hegel, «para todo hay argumento»—: Para mí, no es «la buena novela» que se propone o que promete escribir Miguel Gutiérrez. No es este el lugar indicado para demostrar la certeza del aserto. Un trabajo más minucioso y amplio exige esa constancia (algo similar a lo que hice con su novela anterior Confesiones de Tamara Fiol, y que difundí en revistas especializadas). Aquí solo me limitaré a dar sustento a la idea sugerida en el título de este artículo.

Pero volvamos a la novela última que nos ocupa. Su título corresponde al apellido del protagonista, «Kymper», quien vive a salto de mata, fugitivo y perseguido por tres fuerzas tenebrosas que buscan saldar cuentas en relación con hechos de su pasado, es decir, con su historia personal que, quiérase o no, pertenece a la historia social. Primero, el comando Rodrigo Franco, del primer gobierno aprista, lo persigue para vengar la muerte que diera a un dirigente estudiantil de esa facción política, ocurrida en la década del sesenta del siglo pasado. Segundo, un grupo de aniquilamiento de Sendero Luminoso, igual lo acusa de haber proporcionado a las fuerzas armadas del Estado la ubicación y destrucción en la selva de un campamento de ese grupo sedicioso. Y, tercero, su esposa, madre de sus dos hijos, igual quiere que pague con su vida por el abandono en que los dejara.

Contra todas estas acusaciones, Kymper tiene argumentos de defensa o justificación. Pero la fuga le permite ir saldando cuentas consigo mismo respecto de sus propias inculpaciones por haber pretendido renunciar —él mismo lo piensa— «a todo activismo político, al colocarme (eso pensé yo) al margen de la Historia.» (p. 283, cursiva del original). Pensamiento este que coincide con lo expresado por el autor en el «Reconocimiento» que hace como epílogo del libro, donde afirma que la novela: «en una de sus dimensiones narra las peripecias de un individuo que pretende colocarse al margen de la Historia.» (p. 605). Y todas las justificaciones que esgrime el protagonista —incluido el recuento de sus relaciones sentimentales, un tanto atosigante, dígase de paso—, dan la impresión de no tener otro objetivo que transferir al personaje los conflictos ideológicos del autor, quien con el argumento de tomar partido exclusivamente por la novela y de haberse trazado un solo fin (de 1997 para adelante): de llegar a escribir «una buena novela», no ha hecho sino capitular de sus principios primigenios que implicaban la obligación de no desarraigar su historia personal de la historia social, al momento de desarrollar su trabajo intelectual o artístico/literario.

Empero, finalmente, el autor no pudo ver cumplida su pretensión de «colocarse al margen de la Historia.» Y es esta —reiteramos— una idea de Miguel Gutiérrez que adoptó la siguiente forma: «En adelante, mi único partido sería la novela, pasase lo que pasase en mi país, en mi familia, en mi vida” (p. 206), idea que fue planteada en su ensayo La invención novelesca: Y también dice: en China «viví en carne propia la gran contradicción entre mi vocación de novelista y los requerimientos de un accionar de acuerdo a las ideas asumidas.» (p. 273). Pero, viendo los hechos objetivamente, Miguel Gutiérrez no ha sido fiel a su propuesta, en primer término, porque no ha escrito hasta ahora «una buena novela» (con la excepción de Hombres de caminos y La violencia del tiempo, saludadas como tales, en su oportunidad, por todos los críticos), y, en segundo lugar, porque no ha escapado de los avatares ocurridos en su país o en la realidad. Una evasión así se puede considerar que se dio en las novelas posteriores a La violencia del tiempo, es decir: La destrucción del reino, Babel el paraíso, Un mundo sin Xochitl, Una pasión latina, que enfocan temas más bien esotéricos o circunscritos a conflictos existenciales rayanos en el individualismo. Y, si esta contradicción de no haber escrito una buena novela con Kymper, se da en el plano del arte, en lo que se refiere a la política (en que tampoco ha cumplido con su propósito de evadirse de toda relación con lo que pasase «en mi país, en mi familia, en mi vida») se constata que con esta novela (como también ocurre con la novela precedente Confesiones de Tamara Fiol) ese tema de la política se presenta como la pretensión del autor de saldar cuentas con un pasado incumplido, pues, en ese sentido, cabe preguntar: ¿por qué ahora hay una descalificación absoluta del partido Sendero Luminoso, de su dirigente principal y de su ideología que en los años ochenta (y específicamente en su ensayo sobre la generación del ’50, que él mismo considera que «suscitó tantas controversias y enojos» —Celebración…, Ibídem) merecían lo opuesto: una reivindicación rotunda y sorpresiva?

Esta reseña la hice sin haber leído una entrevista periodística hecha a Miguel Gutiérrez, conocida por mí con posterioridad, en la que, de soslayo, responde a la pregunta precedente; ahí dice: «En los primeros años de la lucha armada impulsada por Sendero, políticos, intelectuales y artistas de izquierda padecieron horribles crisis de conciencia por no haber tomado las armas como lo demanda el marxismo revolucionario. Precisamente de este clima de mala conciencia surgieron, por ejemplo, los senderólogos. En cuanto a mí, exorcicé mis sentimientos de culpa adoptando el partido de la novela.» Idea que confirma el leitmotiv de esta reseña. Y me atrevo a adelantar —lo que voy a profundizar en otro trabajo— que Kymper no hace sino demostrar que toda evasión de la realidad es ilusoria, porque con ese plan o afán de fuga por la persecución del pasado, no se consigue sino volver al mismo punto de partida, al inicio de la huida. Huir de la vida para no morir es acercarse a la muerte. El apurar las ficciones de un futuro incierto es convertirse en perseguido de un pasado real, concreto, implacable: nuestra realización no es resultado de nuestro futuro sino de nuestro presente que ipso facto es pasado.